domingo, 8 de mayo de 2011

ANTIGUO EJERCICIO ESENIO DE PURIFICACION Y SALUD


ANTIGUO EJERCICIO ESENIO
DE PURIFICACION Y SALUD

Párate en medio de la naturaleza viviente, entre el cielo y la tierra. Siente la tierra bajo tus pies; siente como la tierra te carga y te sostiene.

Siente el cielo infinito sobre ti; te inspira, te mejora, te eleva. En el cielo, piensa en el origen de tu espíritu y de tu inteligencia.

En el cielo, piensa en el origen de tu alma eterna, de la más elevada conciencia universal.

En la tierra, piensa en el origen de tu alma terrestre, en tu conciencia individual. Siéntete como una unión viviente entre las fuerzas del cielo y de la tierra, del infinito y de lo que está en desarrollo.

Arrodíllate en la tierra, y con tu mano derecha cava un pequeño hoyo en la tierra.

Coloca las dos manos juntas sobre tu pecho (el corazón místico), en señal de oración y de unión interna con el cielo y la tierra dentro de ti.

En esta postura sagrada, permite que una hermosa luz, la fuerza, la presencia del cielo, fluya a través de ti: el omnipresente Padre de todos los seres vivientes. Imagina una luz diamantina, transparente como el agua pura.
Inclínate con amor sobre la Madre Tierra , y coloca tus manos alrededor del pequeño hoyo. Inclínate sobre la tierra y coloca tu boca entre tus manos.

Ofrécele con tus palabras a la tierra el agradecimiento del cielo a la Madre Tierra ; ofrécele también el agradecimiento de tu corazón y, a través de ello, del corazón de la humanidad.
Pronuncia las palabras:

"Madre Tierra, yo te ofrezco mi agradecimiento con todo mi corazón, y a través de él del corazón de todos los hombres y las mujeres. Que todos los seres que llevas en tu seno protejan, nutran y bendigan todo lo que crece."
Acuéstate después sobre la tierra y abandónate sobre ella. Que tu cuerpo y tu alma nacidos de ella sean uno con la Madre Tierra y su oculto esplendor.

Piensa y di:

"Madre Tierra, elimina todas mis enfermedades y mis faltas según tu voluntad, para que pueda recibir la bendición del espíritu divino y trasmitirla a todos los seres vivientes, según tu voluntad".

Manténte en comunión, en silencio, mientras dejas que la tierra te purifique completamente.

Pónte nuevamente de rodillas y coloca tus manos frente a la rosa solar del corazón.

Piensa en tu espíritu, siente tu alma,
y di con tu fuerza vital:

"Con amor y gratitud,
te ofrezco mi amoroso agradecimiento lleno de luz.

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