domingo, 21 de diciembre de 2014

EL ELOGIO DEL SILENCIO por Alberto Masferrer


EL ELOGIO DEL SILENCIO
por
Alberto Masferrer


Silencio es recordar que toda palabra tiene un hoy y un mañana; es decir; un valor de momento y un alcance futuro incalculable.
Silencio es recordar que el valor de la palabra que pronunció no tanto viene de su propia significación ni de la intención que yo le imprimo, cuánto de la manera con que la comprende quién la oye.
Silencio es reconocer que los conflictos se resuelven mejor callando que hablando, y que el tiempo influye más en ellos que las palabras.

Silencio es reprimir la injuria que iba a escapársenos, y olvidar la que nos infirieron.
Silencio es recordar que si hubiera diferido una hora sola mi juicio sobre tal persona o suceso, en esa hora pudo llegar un dato nuevo, que hiciera variar aquél juicio temerario y cruel.

Silencio es recordar que el simple hecho de repetir lo que otros dicen, es formar la avalancha que luego arrastra la reputación y la tranquilidad de los demás.

Silencio es no quejarse, para no aumentar las penas de los otros.
Silencio es decir HICE, en vez de HARÉ.
Silencio es recordar que la palabra al pronunciarla, se lleva una parte de la energía necesaria para realizar la idea que aquélla encarna.
Silencio es no exponer la idea o el plan a medio concebir, ni leer la obra en borrador, ni dar como criatura viviente lo que es apenas un anhelo.

Silencio es la raíz y por eso sostiene.
Silencio es la savia, y por eso alimenta.
Silencio es recordar que si para nuestras cuitas y esperanzas es nuestro corazón un relicario, el corazón ajeno puede ser una plaza de feria y hasta un muladar.

Silencio es el capullo donde la oruga se cambia en mariposa y silencio es la nube donde se forma el rayo.
Silencio es concrentarse, seguir la propia órbita, hacer la propia obra, cumplir el propio designio.
Silencio es meditar, medir, pesar, aquilatar y acrisolar.
Silencio es la palabra justa, la intención recta, la promesa clara, el entusiasmo refrenado, la devoción que sabe a donde va.

Silencio es SER UNO MISMO, y no tambor que resuene bajo los dedos de la muchedumbre.
Silencio es tener un corazón de uno, un cerebro de uno, y no cambiar de sentimientos o de opinión porque así lo quieren los demás.
Silencio es hablar con DIOS antes que con los hombres, para no arrepentirse después de haber hablado.
Silencio es hablar uno calladamente con su propio dolor, y contenerlo hasta que se convierta en sonrisa, en plegaria, o en canto.
Silencio es, en fin, el reposo del sueño y el reposo de la muerte, donde todo se purifica y restaura, donde todo se iguala y perdona.


De Alberto Masferrer

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***Don Alberto Masferrer Nació en la población de Tecapa, territorio Pipil conquistado a los Lencas; y significaba en Nahuatl: "Laguna de Piedras". Hoy se llama Ciudad Alegría en el Departamento de Usulután. Tuvo una formación autodidácta (la "Universidad de La Vida", la llamaba él); y vivió en varias capitales de Centroamérica, viajó por Chile, Nueva York y Europa. Fué Cónsul en San José de Costa Rica y en Bélgica.

Masferrer fué un escritor que desató las más encontradas pasiones. Sus ideas reformistas, su tono mesiánico y su participación en la arena política le granjearon tremendas adhesiones, pero también furibundas antipatías. Maestro educativo de profesión, fue también un periodista combativo, ensayista prolífico, escritor que incursionó en diversos géneros, se ganó el respeto y admiración de la mayoría de escritores e intelectuales salvadoreños de este siglo: Claudia Lars lo llamó "maestro y director de multitudes", en tanto que Miguel Angel Espino dijo que "fue el apóstol de la armonía social en El Salvador", y Salarrué reconoció: "la atracción que este gran espíritu ejerce sobre mí es enorme".

Su pensamiento se sintetiza en un concepto: el "vitalismo". Significa que cada individuo tiene el derecho a un "mínimum vital" en lo que respecta a vivienda, alimentación, trabajo y educación. Abogó por la lucha pacífica -al igual que Gandhi-. y utilizó el periodismo como un púlpito para predicar sus ideas fundando y dirigiendo el diario Patria entre 1928 y 1930. Fue ideólogo y Director de la campaña política que llevó al poder al Ingeniero Arturo Araujo -en 1930-. Pero habiendo Masferrer sido elegido por el voto popular como miembro de la Asamblea Nacional de la época, de pronto, se sintió traicionado por Arturo Araujo. Su prédica reformista y no violenta naufragó entre las fuerzas que se confrontarían en la insurrección campesina de 1932, y que culminó con la matanza de 10-30 mil indios y campesinos, y el alza del gobierno dictatorial del General Maximiliano Hernández Martínez. Los libros e ideología Masferreriana fueron considerados comunistas y el maestro Masferrer, temiendo por su vida, se auto-expatrió en 1932. Ese mismo año, el 8 de Septiembre, don Alberto Masferrer muere solo, derrotado -y virtualmente deportado- en Tegucigalpa, Honduras.

Era un apasionado de los libros -"pocas veces he visto un lector tan tremendo como Alberto", escribió Arturo Ambrogi-, por lo que no sorprende que considerara a la educación como el eje para el cambio social; sus ensayos Leer y Escribir y La Cultura Por Medio del Libro así lo demuestran. También fué moralista. y publicó versos, una novela corta sorprendente --"Una Vida en El Cine" (1922)-- y numerosos ensayos agrupados en diversos volúmenes: ¿Qué Debemos Saber?, El Mínimum Vital, Las Siete Cuerdas de la Lira, Ensayo Sobre El Destino, El Dinero Maldito, El Libro de la Vida, Estudios y Figuraciones Sobre la Vida de Jesús, La Misión de América, entre otros.
Don Alberto Masferrer es el ensayista y filósofo salvadoreño más reconocido de su tiempo.

**Información encontrada en la red

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