domingo, 23 de agosto de 2015

MEDITACIÓN GALÁCTICA, por Will Keepin



Esta meditación guiada fue desarrollada por Will Keepin del instituto Satanya.
Comienza con un pasaje precioso de una de las escrituras eternas de la India, el Chandogya Upanishad, uno de los más antiguos junto con el Brihadaranyaka Upanishad (siglos IX y VIII antes de Cristo).

Espero que la disfrutéis.


MEDITACIÓN GALÁCTICA
por Will Keepin

"En el centro de tu corazón, no más grande que el tamaño de tu dedo gordo, hay un cobijo secreto, la flor de tu corazón. Dentro de ese cobijo hay un espacio, y dentro de ese espacio está la culminación de todos los deseos. El espacio dentro de la flor de tu corazón es tan grande como el espacio infinito que hay más allá. El cielo y la Tierra están contenidos en el espacio interior, el fuego y el aire, el sol y la luna, el relámpago y las estrellas. Lo sepamos o no, todo esta contenido en ese espacio interior.
Nunca temas que la vejez invada ese espacio; nunca temas que ese tesoro interior de toda realidad se marchite o decaiga. No conoce la vejez cuando el cuerpo envejece, no conoce la muerte cuando el cuerpo muere. Es tu verdadero ser, libre de la vejez, de la muerte y de la pena, del hambre y de la sed. En este ser, todos los deseos son culminados.”




Imagina ahora ese espacio en tu corazón, con el tamaño aproximado del dedo gordo. Centra ahí tu atención, y enfoca toda tu conciencia en ese centro.
Ahora imagina que ese espacio en tu corazón es la puerta al infinito, al vasto cosmos más allá, como dice el Upanishad.
A medida que te enfocas hacia dentro, dibuja en tu mente el cielo oscuro, con sus billones de galaxias... con un billón de estrellas cada una. Al contemplar el cielo nocturno, mirando desde un horizonte al otro, ves la vasta extensión del Universo. Las estrellas titilan a lo lejos, cada una enviando rayos de luz, o fotones a tus ojos. Los fotones que llegan a tus ojos vienen de diferentes estrellas, algunas separadas entre si por millones de años luz. Así, la vasta distancia del Universo es replicada en miniatura dentro de tu globo ocular. Y no únicamente esa vasta extensión de espacio, también la vasta historia del universo es replicada en el diminuto espacio de tu ojo. Lo que ves, cuando miras al cielo estrellado, no es el Universo tal como es ahora, sino tal como era, en tiempos antiguos, cuando esos fotones fueron creados por primera vez.

Considera el tiempo de vida de uno de esos fotones que llega a tu ojo desde una estrella supernova situada a 70 millones de años luz de distancia. Ese pequeño fotón fue creado por primer vez hace 70 millones de años. En cuanto fue creado empezó a correr por el universo a una velocidad de 300.000 kilómetros por segundo. Esa velocidad es lo suficientemente rápida como para dar la vuelta a la Tierra por el Ecuador 7 veces en un segundo. Ese pequeño fotón empezó su jornada, a esa velocidad de vértigo, hacia finales de la Era Mesozoica, cuando los dinosaurios vagaban orgullosamente por la Tierra. Mientras ese fotón continuaba corriendo hacia la Tierra durante los siguientes 5 millones de años, los dinosaurios se extinguieron, probablemente a causa de un meteorito que se estrelló contra la Tierra. Los mamíferos empezaron a evolucionar, y en 5 millones de años aparecieron ardillas, garzas, y cigüeñas. Llevó otros 5 millones de años que apareciesen conejos y otros cinco millones más para los monos. Todo el tiempo, ese pequeño fotón continuaba apurando su camino a través del espacio. Otros 30 millones de años y el primer chimpancé caminó sobre la tierra. Otros 8 millones de años y apareció el primer homínido bípedo. Pasaron otros 20 millones de años mientras nuestro pequeño fotón continuaba con constancia su carrera hacia la Tierra, y aparecía el primer Homo Sapiens Neanderthal, el primer prototipo de humano. Otros 200.000 años y se realizaron las primeras pinturas de la cueva de Altamira y 20.000 años después fue desarrollada por primera vez la escritura en Sumeria. Nuestro pequeño fotón se encuentra ahora cerca del final de su largo camino, a solamente 6.000 años luz de su destino. En esos últimos breves momentos del vasto viaje del fotón, somos testigos del ascenso y la caída de todas las antiguas civilizaciones humanas; moviéndonos hacia el último par de cientos de años luz, vemos el acenso de la moderna civilización industrial. Y entonces, cuando el fotón esta solamente a decenas de años luz de su destino, naces tú, durante toda tu infancia, juventud y madurez nuestro pequeño fotón continua corriendo hacia ti. Finalmente, una noche llega ese momento especial, cuando sales fuera a disfrutar de las estrellas. Cuando miras arriba, nuestro pequeño fotón finalmente entra en la pupila de tu ojo, recorre los últimos dos centímetros de su viaje y entrega su luz en tu retina. Ese diminuto y luminoso ser, nacido cuando los dinosaurios andaban sobre la Tierra, que viajó a la velocidad de la luz durante 70 millones de años, muere ahora para que tú veas. Se ha transformado en un diminuto pulso eléctrico en tu nervio óptico, que libera a tu cerebro un informe visual directo de aquella particular supernova de hace todos esos eones.

Billones de fotones similares están llegando a tus ojos en el mismo momento, procedentes de toda la extensión del Universo, cada uno trayéndote la historia visual de su estrella de origen. Puestos todos juntos, esos fotones proporcionan una luminosa replica en miniatura dentro de tu globo ocular. Una replica de las vastas distancias del Universo y de su historia pasada. Todo esto tiene lugar dentro del diminuto espacio de tu globo ocular, mientras contemplas el cielo en la noche...




Ahora sigamos el camino de nuestro pequeño fotón después de entrar en tu globo ocular. Se convierte en un impulso eléctrico, que se mueve a tu cerebro, donde es absorbido como energía dentro de tu cuerpo. Pero ¿qué es ese cuerpo?

Miremos más de cerca ese misterio que es tu cuerpo. ¿Cuál es su estructura? Tu cuerpo esta compuesto de 5 billones de billones de billones de átomos (5 x 1e27 ). Esos son un montón de átomos. ¿Cómo de grande es ese número? Imagina que cada átomo tuviese el tamaño de un guisante, esa pequeña legumbre que tanto nos gusta. Para igualar el número de átomos en tu cuerpo, ¿cómo de grande tendría que ser una pila de guisantes? Supón que llenásemos tu casa desde el suelo al techo con guisantes, ¿serían suficientes? Ni nos acercaríamos. Imagina ahora que llenásemos de guisantes todos los edificios de una ciudad como Nueva York. ¿Tendríamos entonces suficientes guisantes como para igualar el número de átomos en tu cuerpo? De nuevo ni siquiera estaríamos cerca. Muy bien, digamos que cubrimos con guisantes la totalidad de tu país hasta la altura de tu cuello. ¿Seria eso suficiente? Todavía estamos lejos. Cubramos entonces la totalidad del planeta, el mar y la tierra, hasta la altura de nuestros cuellos. Eso son unos 1,5 m (o 5 pies) de espesor de guisantes en toda la superficie de la Tierra. Seguramente eso tiene que ser ya suficiente. De nuevo ni nos acercamos. Necesitaríamos un millón de planetas del mismo tamaño que la Tierra, cada uno cubierto con guisantes hasta la altura de nuestros cuellos, para poder igualar el número de átomos de nuestros cuerpos.

Ahora consideremos solamente uno de esos átomos y aumentemos su tamaño. Imagina un solo átomo en la punta de tu dedo, ahora mismo mientras estás sentado. Imagina que puedes aumentar el tamaño de ese átomo en la punta de tu dedo. Ahora mismo estamos aumentando su tamaño y lo magnificamos en 10 trillones de veces. Ahora es del tamaño de un campo de fútbol. En ese campo de fútbol los electrones están dispuestos en la linea de gol. Cada electrón tiene aproximadamente el tamaño de un balón de fútbol. Y justo en el centro del campo de fútbol, si buscamos cuidadosamente en la hierba, encontraremos el núcleo del átomo. Es del tamaño de una cabeza de alfiler. Aunque pesa al menos 1800 veces más que un electrón, es mucho más pequeño. Y el resto del átomo es espacio vacío. Nada. Toda la materia está compuesta casi en su totalidad por espacio vacío. Como dicen en el Sutra budista del corazón: 'La forma es vacío. El vacío es forma'. Los budistas llaman a este vacío shunyata.




Lo que significa es que tú, sentado ahí ahora, eres casi en tu totalidad espacio vacío. Estás casi vacío. Si apretases tu cuerpo hasta quitar todos los huecos, como si fueses una esponja, te verías reducido al tamaño de una diminuta mota de polvo. Sería una pesada mota de polvo, del mismo peso que tienes ahora. Pero en esa mota está toda tu materia física. El resto es espacio vacío. Si aprietas hasta eliminar todos los huecos, los 5 billones de billones de billones de átomos de tu cuerpo caben dentro de esa diminuta mota de polvo.

Pero ¿de qué está hecho un átomo? Los átomos están hechos de luz. Algunas veces se le llama 'luz congelada', porque los átomos están hechos de luz que se ha solidificado convirtiéndose en materia. Así que tu cuerpo consiste en 5 billones de billones de billones de diminutas y brillantes joyas de luz, separadas entre si por vastas extensiones de espacio vacío. Eres literalmente una galaxia en miniatura, con billones y billones de puntos de luz, como diminutas estrellas, todas contenidas en un vasto espacio vacío interior. Tus átomos se agrupan de diversas formas y giran alrededor de aquí o allá en estructuras organizadas, como sistemas solares en miniatura.

Así que eres como una figura hecha de puntos, una enorme colección de brillantes puntos de luz, separados por vastos espacios vacíos. Solamente cuando conectas los puntos aparece la forma, y vienes a la vida. Y ¿qué conecta los puntos? ¿Qué los mantiene juntos? El amor. En ciencia se les da varios nombres técnicos a esas fuerzas conectoras: electromagnética, gravitacional, fuerzas nucleares fuertes y débiles. Pero en realidad, no son más que múltiples formas de amor. Tú estás hecho de diminutos puntos de luz, todos entrelazados entre si por el amor, formando un perfecto tapiz. Este amor es el mismo amor que mantiene juntos a los planetas y galaxias.

Eres una galaxia de luz, unida por el amor. A su vez eres sostenido por el abrazo de amor de la Tierra, que es sostenida en el abrazo de amor del Sol, que es sostenido en el abrazo de amor de la galaxia, que es sostenida en el abrazo de amor del Universo, que es sostenido en el abrazo de amor del inefable infinito (Dios). Hay un dicho sufí que dice: 'Yo era un tesoro escondido, y deseando ser amado, por eso cree el Universo'. Siente ahora ese tesoro, que eres tú. Siéntete a ti mismo como el tesoro único y precioso que eres, uno con el tesoro del universo.
La canción secreta en tu corazón es el universo entero cantando.
La galaxia que eres y las galaxias que componen el universo son un único tesoro viviente en el corazón de lo Divino.
Gracias al amor ha aparecido todo lo que existe.

'Por amor, aquello que no existe aparece como existente'.
Shabestari


Tómate todo el tiempo que necesites, y comienza suavemente a volver a la habitación, al momento presente. Cuando estés listo, permite que tus ojos se abran suavemente, y vuelve a este espacio.



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