jueves, 17 de septiembre de 2015

ESTAR ENAMORADO


ESTAR ENAMORADO 

Estar enamorado, amigos, 
es encontrar el nombre justo de la vida.

Es dar al fin con la palabra que para hacer 
frente a la muerte se precisa. 

Es recobrar la llave oculta que abre 
la cárcel en que el alma est· cautiva. 

Es levantarse de la tierra con una fuerza que 
reclama desde arriba.

Es respirar el ancho viento que por encima 
de la carne se respira.

Es contemplar desde la cumbre de la persona 
la razón de las heridas.

Es advertir en unos ojos una mirada verdadera que nos mira.

Es escuchar en una boca la propia voz profundamente repetida.

Es sorprender en unas manos ese calor de la perfecta compañía.

Es sospechar que, para siempre, 
la soledad de nuestra sombra está vencida. 

Estar enamorado, amigos, 
es descubrir dónde se juntan cuerpo y alma.

Es percibir en el desierto la cristalina 
voz del río que nos llama.

Es ver el mar desde la torre 
donde ha quedado prisionera nuestra infancia.

Es apoyar los ojos tristes en un paisaje 
de cigüeñas y campanas.

Es ocupar un territorio donde conviven 
los perfumes y las armas.

Es dar la ley a cada rosa y al mismo tiempo 
recibirla de su espada.

Es confundir el sentimiento con una hoguera 
que del pecho se levanta.

Es gobernar la luz del fuego y al mismo tiempo 
ser esclavo de la llama.

Es entender la pensativa conversación 
del corazón y la distancia.

Es encontrar el derrotero que lleva al 
reino de la música sin tasa.

Estar enamorado, amigos, 
es adueñarse de las noches y de los días.

Es olvidar entre los dedos emocionados la cabeza distraída.

Es recordar a Garcilaso cuando se siente 
la canción de una herrería.

Es ir leyendo lo que escriben en el espacio 
las primeras golondrinas.

Es ver la estrella de la tarde por la ventana 
de una casa campesina.

Es contemplar el tren que pasa por la montaña 
con las luces encendidas.

Es comprender perfectamente que no hay fronteras 
entre el sueño y la vigilia. 

Es ignorar en qué consiste la diferencia 
entre pena y alegría.

Es escuchar a medianoche la vagabunda 
confesión de la llovizna.

Es divisar en las tinieblas del corazón 
una pequeña lucecita.

Estar enamorado, amigos, 
es padecer espacio y tiempo con dulzura.

Es despertarse en la mañana con el secreto 
de las flores y las frutas.

Es liberarse de sí mismo y estar unido 
con las otras criaturas.

Es no saber si son ajenas o si son propias 
las lejanas amarguras.

Es remontar hasta la fuente las aguas turbias 
del torrente de la angustia.

Es compartir la luz del mundo y al mismo tiempo 
es compartir la noche obscura.

Es asombrarse y alegrarse de que la luna todavía sea luna.

Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea 
de ser hombre es menos dura.

Es empezar a decir siempre y en adelante 
no volver a decir nunca.

Y es además, amigos míos, 
estar seguro de tener las manos puras.


FRANCISCO LUIS BERNÁRDEZ
(Argentina, 1900-1978)

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