viernes, 20 de noviembre de 2015

REFLEXIONES SOBRE LA ACEPTACIÓN.- Inteligencia del Alma, por Laura Doria


REFLEXIONES SOBRE LA ACEPTACIÓN.
Inteligencia del Alma, 
por
Laura Doria

“Dejo de resistirme a lo que rechazo de mi. También soy eso.”
“Hay un secreto para vivir feliz con la persona amada, no pretender modificarla.”

“Si tiene remedio, ¿porqué te quejas? Si no lo tiene, ¿por qué te quejas?”

Debajo de la máscara de nuestro yo consciente descansa, oculto y reprimido, un variado catálogo de emociones negativas. La rabia, los celos, la vergüenza, la mentira, el resentimiento, la desconfianza, la violencia, el orgullo… un territorio arisco e inexplorado al que los terapeutas llamamos sombra. Desde nuestra infancia se nos dijo que sentir eso era “malo” por lo que no tuvimos mas remedio que reprimirlo y ocultarlo ya que corríamos el riesgo de ser amenazados, castigados y desvalorizados.

Aquellas rabietas que no pudimos resolver fueron sepultadas en nuestra mente, y ya que éramos criaturas emocionales muy jóvenes casi sin discernimiento, cualquier ofensa a nuestra importancia personal hacía aumentar el espacio de nuestra sombra.

Cuando sentíamos emociones negativas hacia las personas que amábamos y no éramos capaces de encajar estas emociones, estos sentimientos acabábamos por fijarlos, escondiéndolos entre las más variadas exageraciones que hemos ido cometiendo en nuestra vida.

El “disolvente mágico” mas terapéutico y eficaz para resolver la sombra es la LUZ DE LA CONSCIENCIA, o el hecho de observar y examinar de manera serena las ramificaciones de nuestra represión, para irlas convirtiendo en opciones reconocidas y voluntarias que nada tienen que ver con los procesos automáticos de los que ya hemos hablado.

Ya no podemos seguir pensando que la virtud se logra tapando el vicio, tal vez la vida no consista en  lograr el bien separado del mal, sino a pesar de él y junto a él hasta que reduzca y se extinga, admitamos nuestra propia negatividad, nuestra sombra, y sepamos con esperanza que, desde la perspectiva de la consciencia, desde la inteligencia de nuestra alma, todos los errores pueden corregirse, excepto lo que cometemos de manera inconsciente, sin darnos cuenta.

Esta es la medicina mágica, observar serenamente nuestros procesos, nuestros sentimientos, nuestras emociones, nuestra propia conducta negativa, sin reproches, sin culpa, estaremos en equilibrio, en paz cuando seamos capaces de abrazar compasivamente el lado oscuro de nuestra realidad mental.

No podemos responsabilizar a nadie de nuestros propios sentimientos…”es que él me obliga a comportarme así”…”me haces tanto daño cuando me levantas la voz, en cambio me haces muy feliz cuando haces las cosas como yo te digo”…

Cuando sentimos frustración o desengaño con la pareja o amigo o familia es porque le hemos entregado un poder tal, que dicha relación mas se parece a dependencia de lo que sea, a inmadurez emocional que a un espacio de calidad y sana convivencia.

Si para lograr ser felices necesitamos vivir con alguien al que encadenamos a una determinada conducta, estaremos transfiriendo el control de nuestra propia paz a manos ajenas.

Cada uno de nosotros tiene el derecho y la posibilidad de gestionarse su propia felicidad, para lograrlo tenemos la opción especial del trabajo interno, el que podemos hacer con los inconvenientes que cada uno tengamos.
No pidas que te entreguen el corazón, el corazón se da de manera espontánea y pura, no forzado por nuestros deseos, sino por nuestra apertura y honestidad.

Observa tus momentos de apertura y los opuestos, ves que ambos ofrecen enseñanzas.

Hay una gran diferencia entre “desahogarse” y “quejarse”, el que se desahoga, vacía la tensión poniendo palabras a una situación dolorosa sin pretender nada más, la queja por el contrario,  se resiste a aceptar y a asumir la realidad que toca y suele ir acompañada de manipulación y exageración.

El desahogo se establece desde el compartir y el aceptar, la queja sin embargo, en el seno de una infantil rabieta, olvidando lo transitorios que son nuestros estados emocionales.

¿De qué sirve quejarse?

A nadie le sirve  el cántico de alguien que se autoniega, que utiliza el escape, alguien que descarga su negatividad en otra persona y que no escucha ni comparte.

Si el motivo de nuestro disgusto tiene remedio, vayamos a actuar sobre él y si no tiene remedio, la queja no remedia y bloquea la inteligencia mas profunda de nuestra alma.

Dejemos a un lado las bono-loterías y la dichosa suerte y mejor vayamos cambiando nuestros pensamientos y sintonicemos con nuestro yo profundo, ya que, en realidad; cuando devenimos conscientes resulta posible reinventar nuestra vida.

“Cuando el corazón llora por lo que ha perdido, El Profundo sonríe por lo que ha encontrado.”

Todos sabemos que cuando uno lo está pasando mal, cuando sufrimos, de poco sirve que nos digan que  vamos a madurar con ello. Pero uno también sabe que si aceptamos lo que duele, si aceptamos los momentos de dolor como parte del gran juego de la existencia, sucederá que la tormenta se apaciguará y uno se libera.

Sabemos que detrás de una noche oscura llega la dulzura del alba.

¿Sabemos ya que tras el llanto de la pérdida, se oyen las suaves notas de las nuevas llegadas?

Si hay dolor, aceptémoslo y recordemos que no hay errores, ni castigos, ni siquiera culpas, tan solo aprendizajes y crecimientos del alma.

Tenemos derecho a ser felices, y si el dolor llama a la puerta y  ocupa temporalmente la morada, sigamos adelante, y  tengamos en cuenta de que 

La Vida florecerá exquisita en lo mas hondo de nuestra esencia.

Dejémonos fluir y resbalar por las cascadas de la vida cotidiana mientras aceptamos, sabemos que ya llegan goces más profundos, respiros favorables, que abrazan nuestro pecho y hacen vibrar nuestra alma.

Un abrazo 

Laura Doria


Tomado de su web: http://www.lauradoria.com/

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