miércoles, 23 de noviembre de 2016

LA VICTORIA ES EL ARTE DE CONTINUAR, por Eugenio Prestisimone


LA VICTORIA ES EL ARTE DE CONTINUAR
por Eugenio Prestisimone

Erase un gran violinista llamado Paganini. Tenía un talento especial para la música, aunque algunos lo consideraban un tanto extraño, mientras que para otros era sobrenatural. Desde su violín vibraban melodías que no parecían de este mundo. Mágicos sonidos viajaban por la sala cuando él tocaba un instrumento que parecía parte de sí mismo.

Una noche en que se llenó un teatro completo para verlo tocar, sale a escena la orquesta aplaudida fervorosamente por el público. El director estaba feliz y el público muy entusiasmado. Paganini coloca su violín sobre el hombro y comienza el deleite de la música. El silencio era absoluto y el espectáculo tenía brillo y armonía.

De pronto, un sonido extraño interrumpe la obra: una cuerda se rompió. El director paró. La orquesta paró. El público paró, pero Paganini, tomó aire y mirando atentamente la partitura, continuó.

Exaltados, todo continuó vibrando cada vez más. Nuevamente, otra de las cuerdas del maestro se rompió. Las caras del público mostraron preocupación, incluso en el director.

Todo se detuvo. Todos contuvieron el aliento.

Excepto el maestro, que mirando a todos con firmeza, siguió tocando. No podían creer lo que estaba ocurriendo y como si la magia acompañara sus manos, los sonidos eran cada vez más hermosos. Todos continuaron acompañando al gran maestro.

En eso, la sala exclama fuertemente cuando al maestro se le rompe la tercera cuerda. ¡¡¡Ohhhh!!!

Paralizados, todos se detuvieron. El director miró aterrado a Paganini y éste, encontrando fuerzas desde su interior, respiró profundo y siguió tocando. El público no podía creer lo que estaba pasando. Estaban eufóricos y exaltados al ver con que maestría y dignidad continuó tocando, como un contorsionista, con la última cuerda que le quedaba. El entusiasmo fue mayor y la energía llegaba al máximo.

Una noche de gloria para una obra que parecía destinada al fracaso. Nadie olvidará cada nota emitida por el maestro y mucho menos el espíritu que acompañó esa velada triunfal.

Esto nos enseña:

No todo está perdido. Ni aún sintiendo que ya no se puede más, siempre habrá una cuerda con la que tocar.

Con ella y con la fuerza de tu espíritu podrás ejercer tu talento, sobreponiéndote a todas las dificultades.

Y cuando otros hubieran abandonado, tu podrás continuar con la cuerda que queda, que es la más fuerte y te acompañará hasta el final.

Siempre podrás volver a intentar y recrear nuevamente tu vida, sabiendo que la cuerda que tienes es la más valiosa, es la fuerza de tu espíritu. Es Fe inquebrantable.

A partir de allí, generarás soluciones donde hay dificultades, siendo creativo y reinventando la vida. Utiliza tus talentos, sabiendo que es poco lo que necesitas para ello. Continúa. Persiste. Crea tu destino y sobretodo, pase lo que pase...

…Cree en ti.



Eugenio Prestisimone.

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