jueves, 25 de mayo de 2017

EL PODER DE LA SENCILLEZ, por Álex Rovira


EL PODER DE LA SENCILLEZ
por Álex Rovira


Lo sencillo es poderoso. Lo sencillo se conquista desde la síntesis de la experiencia y de la sabiduría. Lo sencillo es natural, es fácil, es amable, no tiene pretensiones.

Ocurre a menudo que grandes lecciones de vida, plenas de sabiduría, nacen de conceptos sencillos pero a los que, paradójicamente, cuesta llegar y aún más comprender cabalmente.

Para ilustrar este principio,  reproduzco aquí un fragmento del libro que co-escribí con mi queridísimo y admirado amigo Francesc Miralles, y debo decir que la parte que se relata en las próximas líneas corresponde a la creatividad de Francesc y a la actitud que tomaba él cuando, de joven para poder ganarse la vida, trabajaba como camarero. Precisamente el capítulo del libro del que surge este extracto es “El Secreto del Camarero” y relata uno de los momentos más especiales que vive la protagonista, Ariadna, perdida en el Laberinto de la Felicidad. Dice así:


“Con la lección aprendida sobre los obstáculos reales y postizos, Ariadna golpeó el muro con las palmas de las manos hasta derribar una columna de ladrillos. Se había abierto una brecha suficientemente ancha para que pudiera pasar al otro lado, donde para su sorpresa encontró la calle donde había dormido tres días atrás.

Al pasar nuevamente junto al CAFÉ DEL LABERINTO, recordó que el camarero le había prometido explicarle cuál es el sentido de la vida.

Ariadna se sentó en el único taburete vacío junto a la barra y se sorprendió al encontrar ante sí las tres tazas vacías, como la primera vez que había entrado en el café. Eso la convenció de que la estaban esperando.

El camarero confirmó esa certeza al dirigirse hacia ella muy risueño y decir:

-Bueno, ¿qué desea la señora?

-Ya lo sabe: vengo a que me explique cuál es el sentido de la vida.

-Eso haré. Pero no olvide que el sentido de la vida es diferente para cada persona y es usted misma quien debe descubrirlo. Yo sólo puedo contarle lo que he descubierto después de trabajar cuarenta años como camarero.

Ariadna contempló expectante las tres tazas vacías mientras el hombre se ponía bien la armilla antes de iniciar, feliz y sonriente, su explicación:

-He calculado que el contacto de un camarero con cada cliente que pide un café no supera de media un minuto escaso. Es el tiempo que suman el saludo y la pregunta: “¿qué desea tomar?”, lo que te pide el cliente, cuando pones la taza sobre la mesa, la hora de pasar la cuenta y la despedida cuando se marcha. Son muchos momentos diferentes, pero el verdadero contacto entre el camarero y el cliente no supera en conjunto el minuto.

-¿Y qué significa eso?

-¡Significa que es una oportunidad! Independientemente de la calidad del café, que es lo de menos, en ese minuto el camarero tiene ante sí tres opciones o, mejor dicho, tres posibles resultados que dependen de su actitud.

Tras decir eso, el camarero hizo una breve pausa para buscar las palabras más adecuadas. Luego explicó:

-En ese minuto puedes conseguir que la persona se marche peor de lo que ha llegado, si eres grosero. O bien puede irse igual que ha venido, si le tratas con indiferencia. Pero también tienes la oportunidad de que salga del café mejor de lo que ha entrado, si le regalas un poco de amabilidad.

-¿Y eso es todo? -dijo Ariadna sin ocultar su decepción- Pero ¿qué tiene que ver eso con el sentido de la vida?

-¡Este ES justamente el SENTIDO DE LA VIDA!, y no sólo para los camareros. Todos tenemos cada día decenas de pequeños y grandes contactos con los demás. Nuestro reto es conseguir el tercer resultado: que su vida sea un poco mejor después de estar con nosotros. ¡Ese es el desafío, el premio gordo de cada encuentro!

Al escuchar esto, Ariadna se quedó muy pensativa. El camarero entonces le guiñó el ojo y se despidió así:

-Y ahora debo irme: tenemos muchas vidas que mejorar.”


Y así es. Nada es menor en nuestra vida. Nada es pequeño en el encuentro con el otro. Precisamente la mayor muestra de grandeza de un ser humano se observa en su sencillez, en su humildad, en su calidez, en su amabilidad, en su ternura, en la capacidad de mejorar el momento presente del otro desde la entrega que busca regalar una brizna de alegría a quien tenemos enfrente. Porque en efecto, tenemos muchas vidas que mejorar, empezando con la propia y la de quienes tenemos cerca.



Espero que este texto os sea útil y os deseo una feliz semana.


Besos y abrazos,


Álex Rovira


FUENTE: http://www.alexrovira.com/

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