SOBRE JUZGAR A LOS DEMÁS
(Mis reflexiones)
No juzguéis a nadie, ni siquiera a vosotros mismos, sin antes meditar todo motivo y sentido de la acción que creéis digna de juicio.
Juzgar, criticar, sentenciar, son señales de ignorancia cuando se hacen sin haber escuchado a la parte implicada. Los seres humanos reaccionamos ante aquellas situaciones a las que se nos somete y reaccionamos en consecuencia llevados por “nuestra razón” o manera de ver las cosas sin que ello implique que “nuestra razón” es la justa y verdadera.
Mi verdad no tiene porque ser la tuya.
Nadie esta en posesión absoluta de la verdad, nadie esta por encima del bien y del mal.
Decía la Madre Teresa de Calcuta: “Si tú juzgas a la gente, no tienes tiempo para amarla”.
Y es cierto. Cuando juzgamos a alguién a quien quizás ni conocemos, no estamos definiendo a la persona juzgada, sino que nos estamos definiendo a nosotros mismos. Jesús el Cristo nos dijo: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”, y eso les dijo a sus discípulos en la última cena como un nuevo mandamiento divino aún sabiendo que en pocas horas seria entregado por uno de ellos. Él no nos juzgo, Él no nos condeno. Dio su vida por nosotros, por nuestra salvación, para que nuestros pecados fueran perdonados por el mismo Padre.
El Padre no juzga a nadie y todos somos para Él iguales. A esta encarnación, esta existencia, esta vida, venimos a interpretar un papel como si se tratara de una obra de teatro. Buenos o malos, no importa. Importa el resultado, la lección aprendida al final de esa vida y como decidamos vivirla es sólo responsabilidad nuestra. Vivamos nuestras vidas aplicando en nosotros los criterios que pretendemos aplicar en las vidas ajenas. Mirémonos al espejo y preguntémonos con sinceridad si esos juicios que derramamos sobre otros no podrían a su vez lavar nuestras propias faltas, aquellas que no vemos por estar enfocados en vivir las vidas ajenas.
Vive y deja vivir.
Este sencillo pero contundente proverbio español, nos da todas las respuestas a la pregunta de si hemos de juzgar a los demás o no. Las conductas que no nos gustan en los demás, en vez de juzgarlas, debemos evitarlas y dejar así que cada uno viva sus existencias como mejor crea. Actuar en todo momento acorde a nuestra esencia y corazón, es el único camino a seguir.
“Vive y deja vivir”… Ya sabéis… Buen lema para repetirnos cada nuevo día y centrarnos en nosotros mismos y en conservar y preservar de todo mal nuestras propias y divinas esencias.
Carmen - Drisana.
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