EL CUENTO DE LA SOLIDARIDAD
por Kurt Kaufer
Dime cuánto pesa un copo de nieve -, preguntó un colibrí a una paloma.
– Nada -, fue la respuesta.
– Si es así, he de contarte una historia -, dijo el colibrí.
“Me posé en la rama de un pino, cerca de su tronco. Empezaba a nevar, no era nieve de una gran tempestad, era como un sueño sin ninguna herida ni violencia. Como no tenía nada que hacer empecé a contar los copos mientras caían sobre las ramas de mi tronco. El número exacto fue 1141952. Cuando cayó el siguiente copo (sin peso, como tú dices) la rama se rompió.”
Dicho esto, el colibrí levantó el vuelo.
La paloma, una autoridad en la materia desde los tiempos de Noé, se paró a reflexionar y, pasados unos minutos, se dijo:
– Quizá sea sólo necesaria la colaboración de una persona más para que la solidaridad se abra camino en el mundo.
Kurt Kaufer
Jatun Sunqu "Corazón Grande"
*La solidaridad, todo el mundo sabe lo que es pero no todos la practican. Aceptar como nuestro el problema ajeno, desprendernos de lo nuestro en favor del otro, es no sólo una virtud sino la única vía de supervivencia que le queda al hombre y al mundo como colectividad.
Es hermoso ser solidario por amor pero a falta de esto, y aunque parezca una paradoja, tendríamos que serlo por egoísmo.
Miguel Delibes en El Libro de la Solidaridad de Jatun Sunqu "Corazón grande"
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Creo que la solidaridad debe ser un tema diario a tener en cuenta, pero parece que se hace más evidente en este último mes del año donde todo son dispendios y despilfarro. Frente a aquellos que gastan en comida, bebida, regalos, vestidos de fiesta, nos encontramos cada vez con más personas que rayan la necesidad y la pobreza. Ahora, más que nunca, deberíamos de tomar conciencia de que siendo solidarios y compartiendo con los demás, todos podríamos ser un poco más felices en realidad. No son necesarios regalos costosos para decir "te quiero" a aquellos que amas, ni son necesarias grandes comidas y cenas en las que se tiran grandes cantidades de comida al final porque cuando nos sentamos a la mesa ya estamos llenos. Tampoco necesitamos gastar en fiestas o trajes lujosos que usaremos poco. La felicidad que puede proporcionarnos todas esas cosas materiales, es una felicidad efímera.
Sin embargo, compartir con los más necesitados, ayudar a los que nada tienen, es una felicidad que llena el corazón y el alma. Nada es comparable a una sonrisa agradecida, aunque sea una sonrisa tímida.
Donar juguetes, libros, ropa... Aportar en las campañas de recogida de alimentos para los más necesitados, es un maravilloso modo de ser solidarios. Por poco dinero, podemos hacer felices a otras personas, otros hermanos menos favorecidos que nosotros. Pero también se puede ser solidario regalando un poco de nuestro tiempo, visitando hospitales, ayudando a ancianos solitarios, ayudando en algún comedor social. Si os paráis cinco minutos a meditarlo, seguro que encontráis mil y una cosas con las que poder ser solidarios.
Y no olvideis que no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita.
Ser feliz no es solo aparentarlo, ser feliz es compartir la felicidad con quienes más la necesitan.
¡Bendit@s seais, amad@s herman@s!
Carmen Drisana
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