sábado, 9 de diciembre de 2017

RELACIONES ÁLMICAS, por Ángel Pavón


RELACIONES ÁLMICAS, 
por Ángel Pavón

En la vida, y a lo largo de nuestra existencia, se dan numerosos procesos evolutivos, unos conscientes y otros inconscientes, todo depende de nuestro estado de consciencia.

Uno de estos procesos  es el reencuentro de almas, que nada tiene que ver con lo que conocemos de almas gemelas, sino que se trata de la conexión entre dos almas que en un pasado cercano o lejano ya estuvieron unidas y que, de nuevo, el Universo necesita que así sea, para dar el salto final a éstas o a una de ellas, así como para implantar en la vida  las semillas de luz y esperanza para el bien de la humanidad, procedentes éstas de la unión y amor entre ambas almas; no hay otra forma de que esto sea posible.

Se trata de una fuerte conexión de Ser a Ser, de Alma a Alma, de Corazón a Corazón, y la mejor manera de prepararnos para ello es tener consciencia universal, dejarte fluir con confianza y, sobre todo, cuando una de las dos almas está más dormida, pues es el confiar en la otra y dejarte guiar por ese “Ser especial” que ha llegado a tu vida.

Normalmente, casi siempre se dan estos casos en los que una de las dos almas está más dormida y necesita de la otra para terminar de despertar y así comenzar las dos juntas con su  misión universal, que les fue otorgada antes de su venida a esta vida y con la que ambos se comprometieron como seres de luz con cuerpo físico por el bien de la humanidad.

Estas relaciones álmicas son excelentes, son grandes regalos  del universo, son relaciones en las que ambas partes se unifican para formar un solo Ser, aunque eso sí, sin perder libertad ni individualidad. Estas relaciones hacen despertar todos nuestros sentidos, nos ayudan a despertar y reconocer nuestras capacidades y cualidades innatas. Nos ayudan a ser dueños de nuestra vida y de nuestra verdadera identidad. Somos responsables de nuestra felicidad. Nos colman de amor y bienaventuranzas.

Son relaciones muy especiales, aunque al principio cuesten  un poco, por todo el proceso alquímico interno que se produce entre ambas almas desde el momento que se reencuentran y se unen. A veces, ninguna de las dos son conscientes de ello, pero  -pasado este tiempo alquímico- aparece el equilibrio, la armonía,  la plenitud, la belleza, la perfección y la “iluminación”.

Hay veces que estas relaciones no se dan, por motivos personales o familiares, ya que nos dejamos arrastrar más por la opinión de  los familiares, que actúan muchas veces de forma egoísta. Y, otras veces, por nuestra mente y emociones que nos hace dudar, desconfiar ante la belleza y el amor correspondido. Nos pone en un estado de comodidad y pasividad y se va dejando pasar el tiempo, mientras en el otro plano están esperando nuestra actuación para el bien universal.

El universo, como siempre, respeta la opinión que tomemos  y no fuerza situaciones, pues se guía por la ley del libre albedrío. Esperará pacientemente durante toda la vida,  incluso hasta otra ocasión, en que pueda repetirse este  reencuentro, si en este no se da.

Estas relaciones álmicas son unos mágicos espejos en el que  uno puede verse en el otro, siendo esta una visión interior de nuestra propia sabiduría, espiritualidad y evolución, y donde podemos ver todas nuestras cualidades, incluso aquellas ocultas  y olvidadas por desprecio o desvaloración propia, o de terceras personas. También podemos ver nuestras luces y sombras  (si es que se ha adquirido alguna al coger un cuerpo físico), para seguir perfeccionándonos con la ayuda del otro.

Estas relaciones pasan por un proceso que lleva su tiempo,  debido a la alquimia interior que se desarrolla en ellas,  para poder reconocerse ambas almas mutuamente. El fundamento de estas relaciones es estar presente y consciente para sí mismo y para el otro por lo que, a través de la meditación, nos conectamos con lo más profundo de nuestro Ser y del otro y, a la vez, con lo más sutil y amoroso del Universo, alimentándonos desde el interior.

Cada uno tiene su camino en la vida y cumple su misión, aunque ambos se acompañen en el recorrido, ya que el objetivo es el mismo y uno complementa al otro, pero cada uno actuando desde sí. Ambos se encuentran conectados con la esencia y magia de la vida. Ambos están inmersos en la plenitud y el bienestar. Ambos están llenos de amor y respeto. Y ambos participan de un mismo objetivo, que es el que ha sido trazado por el Universo para ellos de forma especial, y que nadie más puede cumplirlo, tan sólo ellos, unidos en amor.

En ambos, tras la fusión alquímica, comienza un gran despertar interior.Una magnífica evolución personal, despierta todo el potencial de sabiduría guardado en el interior. Se desarrolla la creatividad, porque así es la vida. Hay compromiso entre ambos,  y entre ambos con la vida, la espiritualidad, con la existencia de todo y todos, incluso de los planos superiores.

Son estas relaciones en las que reina la intimidad, sinceridad, verdad, complicidad, transparencia, respeto, y comunicación, siendo ésta muy importante – ya que el alma va a nutrirse de la comunicación que haya entre ambas partes, incluso de la comunicación silenciosa de la mirada o de un abrazo.

Estas comunicaciones son para ayudarnos a seguir mejorando y evolucionando, por lo que también hay que expresar con consciencia aquellos aspectos negativos a trabajar, para que con  la ayuda de la otra parte, y de la alquimia divina, sea todo ello transformado en el opuesto de forma positiva, es decir,  expresar los propios temores, dudas, miedos, traumas, dolor, necesidades, deseos, pensamientos, fantasías, etc.

Este hecho de “desnudarse” desde el corazón, hará sacar del interior residuos, que puede que lleven mucho tiempo ahí  y que ya es hora de eliminar. Hará también derribar barreras negativas impuestas por nosotros mismos, como mecanismo de defensa ante el ataque e incomprensión de los demás. En definitiva, todo esto nos ayudará a conectar con nuestra propia autenticidad

Además de la alquimia de las almas, también hay una alquimia  de la propia relación, ya que en dicha integración-fusión de  ambas personas, nace una co-evolución, y esta desarrolla la  semilla de la “iluminación”, que germinará el matrimonio  alquímico en el que seguirán con plena consciencia su camino  de conocimiento, exploración, transformación y  descubrimiento del otro. Un vínculo éste, que se renueva constantemente, ya que de él, sin hacer nada más, están  ayudando a la humanidad, a través de toda esa luz-energía-información que se expande en forma de ondas por el espacio, y que llega a todo y a todos, en cualquier parte del Universo.

Estas relaciones álmicas están basadas en la amistad, amor, confianza, admiración, sencillez, sinceridad, verdad y vínculo por el bien común.  En toda relación, ya sea álmica o no lo sea, debe de haber una valoración recíproca, confianza en el otro y comunicación, mucha comunicación. El dar con una relación álmica es un gran regalo, pero también lo son todas las demás relaciones en las que se dan cualidades positivas y reina la felicidad.



Angel Pavón  






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