SOBRE LAS TORMENTAS EMOCIONALES
De vuelta a la vida
Esa tormenta que pasaste te trajo de vuelta a la vida
Añoramos cómo éramos antes de que cosas desagradables nos
ocurriesen, sin caer en la cuenta de que en la vida inevitablemente pasaremos
por este tipo de cosas, de las que podemos salir derrotados o fortalecidos.
En realidad, son los tiempos tumultuosos, las grandes
decepciones y los sucesos desagradables los que revelan nuestra verdadera
naturaleza y los que provocan que seamos más fuertes y resilientes.
Casualidad o no, a veces esa tormenta que pasaste te trajo de vuelta a la vida.
Paradójicamente y sin esperarlo, tras reponerte de un daño y un gran dolor,
estás más en calma que nunca.
“El verdadero dolor, el que nos hace sufrir profundamente,
hace a veces serio y constante hasta al hombre irreflexivo; incluso los pobres
de espíritu se vuelven más inteligentes después de un gran dolor”
-Fiodor Dostoievski-
Las tormentas que nos transforman
Si la vida fuese plana y fácil, no sería vida. Si en el
mundo todas las personas fuesen iguales y quisieran lo mismo, las relaciones
humanas serían vacías y no existiría motivación de lucha y superación. Incluso
imaginando una sociedad plena de justicia e igualdad, algo maravilloso que
todos añoramos… los conflictos seguirían produciéndose.
La inestabilidad está en la propia naturaleza que nos
rodea y en la propia naturaleza de los seres humanos. No saber tolerar la
ambigüedad, la incertidumbre y el conflicto es un abono fértil para padecer
trastornos psicológicos. El mito de la estabilidad en nuestras vidas es solo
eso, un mito.
Si somos conscientes de este hecho, estaremos preparados y
concienciados de que los cambios bruscos y sucesos dolorosos son posibles. Preparados
y concienciados, nunca entrenados… ahí radica la belleza y la variabilidad de
los seres humanos; en la forma en la que se desenvuelven en lo bueno y en lo
malo que les sucede.
La metáfora Kintsugi
A veces cuando hemos pasado por una situación o época
dolorosa, creemos que lo más conveniente es pegar nuestros trozos rotos de la
mejor manera posible, creyendo que siempre tienen que pasar por el hecho de
ocultar nuestras cicatrices.
Queremos a toda costa, salir adelante indemnes del dolor que
acabamos de pasar y asociamos pasar página y ser fuertes con no mostrar
señales de debilidad. Que nada ni nadie pueda intuir que un día fuimos débiles,
que nos rompimos en mil pedazos… eso puede dar la sensación de nuestra
fragilidad y de que puedan hacernos daño más fácilmente.
La cultura occidental tiene que aprender mucho de lo que filosofías orientales nos enseñan en este aspecto: El dolor no tiene porque ocultarse, no debemos asociar la falta de dolor con el mantenimiento de la autoestima. El haber pasado por una situación difícil y haberla superado es una señal de orgullo y de belleza.
La cultura occidental tiene que aprender mucho de lo que filosofías orientales nos enseñan en este aspecto: El dolor no tiene porque ocultarse, no debemos asociar la falta de dolor con el mantenimiento de la autoestima. El haber pasado por una situación difícil y haberla superado es una señal de orgullo y de belleza.
Cuando los japoneses reparan objetos rotos, enaltecen la
zona dañada rellenando las grietas con oro. Ellos creen que cuando
algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso.
El arte tradicional japonés de la reparación de la cerámica
rota con un adhesivo fuerte, rociado luego, con polvo de oro, se llama
Kintsugi.
El resultado es que la cerámica no sólo queda reparada sino que es aún
más fuerte que la original.
En lugar de tratar de ocultar los defectos y grietas,
estos se acentúan y celebran, ya que ahora se han convertido en la parte
más fuerte de la pieza. Kintsukuroi es el término japonés que designa al
arte de reparar con laca de oro o plata, entendiendo que el objeto es más
bello por haber estado roto.
La idea es que cuando algo valioso se quiebra, una gran
estrategia a seguir es no ocultar su fragilidad ni su imperfección, y
repararlo con algo que haga las veces de oro: fortaleza, servicio,
virtud… La prueba de la imperfección y la fragilidad, pero también de la resiliencia, la capacidad de recuperarse.
Las grandes tormentas emocionales traen algo nuevo
Una vez más la naturaleza nos da su verdadera enseñanza:
nada es inmutable e imperecedero, por muy calmado y hermoso que algo
parezca. Los cambios son la única regla que parece cumplirse
siempre. Allá arriba y por aquí abajo.
“Una vez acabe la tormenta no recordarás como la superaste,
como hiciste para sobrevivir, de hecho ni siquiera estarás seguro de que haya
acabado. Pero una cosa es segura, cuando salgas de la tormenta no serás la
misma persona que entró. Eso es lo que la tormenta significa”
-Haruki Murakami-
Así que la próxima vez que venga una tormenta es normal
que tengas miedo… aunque intenta seguir en pie. Si te revuelca y te
magulla, asume ese dolor no con una actitud pasiva o masoquista, sino
consciente y selectiva.
Son los pequeños detalles los que pueden revelarte muchas
cosas de ti que podrán servirte en adelante. Quizás todas esas pequeñas
magulladuras te han mostrado qué y quiénes te han estado haciendo daño.
Al fin y al cabo, hay tormentas que son inevitables en esta
vida. Así que una vez que ya estás bajo ellas, deja que te empapen y quizás
salgas con las ideas más limpias. O directamente con unas nuevas ideas que
te devuelvan a la vida.
Creerme que no es fácil… pero vale la pena intentarlo!!!!!
Fuente: Albert Lennon's Page
http://loca-mente.com/mente-maravillosa/de-vuelta-a-la-vida/
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