La imagen es una obra pictórica de
Anna Zarnecki*
INTROSPECCIÓN
He bajado a mis abismos,
buceando en mi dolor,
enfrentado a los fantasmas
que apretaban con mano ferrea
mi maltrecho corazón.
He llorado todas mis penas
lavando las heridas de mi alma
y extrayendo la ponzoña que
me anclaba al pasado sin remisión.
He perdonado las mentiras
y perdonado a quien me mintió,
pero ante todo,
me he perdonado yo misma
por haber permitido
el daño y lo que pasó.
He sanado mis memorias antiguas
aprendiendo la lección
y hoy renazco de nuevo a la Luz
más fuerte y mucho mejor.
He vencido a mis demonios
y estoy de nuevo en pie,
empuñando en alto la espada,
dispuesta a enfrentar mil batallas,
dispuesta a no dejarme ganar,
dispuesta a vencer con dignidad y honor.
Carmen Drisana
(2 de septiembre del 2018)
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"Omnia mea mecum porto"
Soy todo lo que tengo
"Introspección": Es aquella observación que una persona hace de su propia conciencia o de sus estados de ánimo para reflexionar sobre ellos.
Y precisamente a eso, a la introspección o inspección interna es a lo que he dedicado este tiempo de ausencia. Como digo en el poema que da entrada a esta reflexión: "He bajado a mis abismos, buceando en mi dolor".
La práctica de la introspección comienza por el acto de prestarnos atención, de escucharnos, de detenernos al filo de ese abismo hacia el cual nos vemos abocados antes de sumergirnos hasta lo más profundo de nuestro Ser.
Y podéis creerme si os digo que es un acto doloroso, a veces es tan doloroso, que se sienten deseos de renunciar a todo.
Durante esa inmersión hacia nuestro Ser, esa búsqueda profunda de nuestra esencia perdida, hemos de sacar a flote viejos fantasmas que desde allí escondidos se complacen en atormentarnos una y otra vez perturbando insistentemente nuestra paz con recuerdos que deberíamos haber dejado atrás en su momento y no lo hicimos.
La introspección no sólo nos ayuda a conocernos mejor, sino que nos ayuda a respetarnos, amarnos y aceptarnos como somos, dejando fluir todo aquello que guardábamos y que nos ataba al pasado y no nos dejaba avanzar en nuestro Camino.
Esos fantasmas que afloran desde el fondo, son en realidad lecciones sin resolver, puertas que en vez de cerrar tras nosotros, dejamos entreabiertas y que reclaman nuestra atención haciéndonos volver la mirada al pasado sin permitirnos seguir adelante con la misión que traíamos al encarnar en este plano.
Toda herida del pasado mal cerrada, queda enquistada en nuestros subconscientes y no nos permite avanzar en nuestra evolución espiritual mientras no sea sanada y perdonada. Así pues, debemos volver nuestra mirada hacia nuestro interior, buscar e identificar esas heridas o episodios del pasado en los que fuimos heridos de una u otra manera. Debemos observar dichas heridas de fuera hacia dentro. Debemos repasar lo sucedido volviendo conscientemente a revivir el dolor para así poder superarlo para siempre mediante el perdón. El perdón hacia quien o quienes nos causaron el daño y el perdón hacia nosotros mismos por permitir que nos infringieran dicho daño.
Traer conscientemente, mediante la meditación profunda, esos estados anímicos que quedaron anclados en nuestras memorias como recuerdos más o menos dolorosos, acunarlos en nuestros corazones, amarlos y sobre todo perdonarlos y perdonarnos, es la única manera de salir de esos abismos. Sanar viejas heridas emocionales mediante la observación atenta de las mismas y el perdón, es la única solución para volver a reencontrarnos con nosotros mismos y con la felicidad. Esa felicidad que merecemos y que nadie sino nosotros mismos nos hemos negado.
Tras este proceso de sanación, las viejas heridas quedan para siempre atrás. Al aceptarlas y perdonarlas, habremos superado etapas, obstáculos que nos anclaban al pasado y no nos dejaban avanzar no encontrar en nuestros presentes, la felicidad.
Resumiendo:
Cerrar los ojos de la mente y abrir los ojos del alma para ver la verdad.
Adentrarnos por la senda, muchas veces tortuosa, que nos conduce al centro de nuestros corazones, de nuestro YO.
Pero sobre todo, hacer este viaje de introspección con mucha humildad y mucho, muchísimo amor.
¡Feliz introspección!
¡Feliz renacimiento, herman@s!
Carmen Drisana
(2 de septiembre del 2018)
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* Anna Zarnecki es una pintora y escritora polaca-mexicana Anna Zarnecki, refugiada y sobreviviente de los campos de trabajo forzados de Siberia durante la Segunda Guerra Mundial, es autora de una colección de más de 500 pinturas y siete libros, la mayoría sobre temas humanitarios.
Ha expuesto en Estados Unidos, México y Polonia. Su obra se encuentra en diversos espacios en la ciudad de México y en diferentes museos en Polonia, Estados Unidos y el Vaticano. Existen más 100 coleccionistas que poseen su obra.
Nacida en Turmont, Polonia, reside en México desde 1943. Durante la Segunda Guerra Mundial fue trasladada a “La llave negra”, una comunidad de trabajos forzados en Siberia. Adquirió la nacionalidad mexicana en 1949 después de llegar a México con los refugiados polacos en una travesía por el continente Asiático y el Océano Pacífico que costó cientos de vidas. Incapaz de regresar a su tierra natal después de la guerra, despojada de sus tierras y familia. Anna Zarnecki encontró su refugio en México, en el arte y en el trabajo humanitario.
Podéis leer más sobre ella y ver su obra en el siguiente link: http://annazarnecki.com.mx/
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