COMPARTIR ES IGUAL A AMARTE POR COMPLETO,
Por Anam Thubten
Cuando la mente ya no está condicionada por los pensamientos, cuando está descansando de la producción constante de ilusiones, el mundo de la tristeza, experimenta un auténtico descanso, un auténtico reposo interior.
Es en ese momento cuando vislumbraremos la verdad.
Al llegar a cierto punto, conocemos la verdad sin ningún tipo de duda, y ese conocimiento profundo puede ser extremadamente liberador.
Podemos decir que finalmente hemos logrado todo lo que estábamos intentando lograr.
Por fin hemos descodificado el gran misterio, hemos desentrañado el sentido de la vida y hemos aprendido de los budas el camino para conseguir la felicidad incondicional.
En ese instante se produce un cambio repentino, la felicidad incondicional llega a nosotros.
Hasta ese momento, la felicidad se encuentra siempre fuera. Tenemos que buscarla, tenemos que crearla.
Pero a partir de entonces brota repentinamente una primavera divina de felicidad y ya no la podemos contener.
¡Tenemos que compartirla con el resto del mundo!
Esto no es lo que experimenta la mayoría. Casi todas las personas van por ahí buscando la felicidad e intentando lograrla.
Pero la felicidad no se puede conseguir buscando algo fuera. Al contrario, se desarrolla en el interior, en esa fuente inagotable desde la que irradia.
Una vez que tenemos ese reconocimiento directo de la verdad, sentimos literalmente una primavera divina de alegría, amor y compasión que brota en nuestro corazón.
No podemos contenerla; tenemos que compartirla.
Anam Thubten
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