UN VIEJO CUENTO
En el lejano Reino de Kariel, vive Long Ching, un anciano de frágil cuerpecillo y larga barba blanca. Sus modales serenos y su palabra siempre cuidadosa y amable, hacen de él un hombre respetado en toda la comarca.
Las gentes afirman que Long Ching, en su juventud, fue iniciado en los misterios de la antigua sabiduría. Y en realidad, tanto sus vecinos como su único hijo que con él vive, admiran su gran lucidez y templanza.
Aquel día, los vecinos de Kariel se encontraban muy apenados. Durante la pasada tormenta, las yeguas de Long Ching había salido de sus corrales y escapado a las montañas, dejando al pobre anciano sin los medios habituales de subsistencia. Ante tal hecho, el pueblo sentía una gran consternación por lo que sus habitantes no dejaban de desfilar por su honorable casa:
¡"Qué desgracia"! ¡"Pobre Long Ching"! le decían sus vecinos, ¡"Maldita tormenta cayó sobre tu casa"! ¡"Qué mala suerte ha pasado por tu vida"! ¡"Tu casa y tu hacienda está perdida..."!
Long Ching, amable, sereno y atento, tan sólo decía una y otra vez:
Puede ser, puede ser...
Al poco, el invierno comenzó a asomar sus primeros vientos trayendo un fuerte frío a la región, y ¡Oh sorpresa! Sucedió que las yeguas de Long Ching retornaron al calor de sus antiguos establos, pero en esta ocasión, lo hicieron preñadas y acompañadas de caballos salvajes encontrados en las montañas.
Con esta llegada, el ganado de Long Ching se vio incrementado de manera inesperada.
El pueblo, al enterarse de tal acontecimiento, sintió un gran regocijo por la buena suerte del anciano, de tal forma que, uno a uno, fueron desfilando por su casa, para felicitarlo por tal bonanza.
¡"Qué buena suerte tienes anciano"! ¡"Benditas sean las yeguas que escaparon y más tarde aumentaron tu manada"! ¡"La vida es generosa contigo Long Ching..."!
A lo que el sabio anciano tan sólo contestaba una y otra vez:
Puede ser, puede ser.
Pasado un corto tiempo, los nuevos caballos fueron domesticados por el hijo de Long Ching que, desde el amanecer hasta la puesta del sol, no dejaba de preparar a sus animales para las nuevas faenas. Podría decirse que la prosperidad y la alegría reinaban en aquella casa.
Una mañana como cualquier otra, sucedió que uno de los caballos derribó al joven hijo de Long Ching con tan mala fortuna que sus piernas y brazos e incluso algunas costillas, se fracturaron en la tremenda caída. Como consecuencia, el único hijo del anciano quedaba impedido durante un largo tiempo para la faena diaria.
El pueblo quedó consternado por esta triste noticia por lo que todos los vecinos fueron pasando por su casa, mientras decían al anciano:
¡"Qué desgraciado debes sentirte Long Ching"! le decían apesadumbrados. ¡"Qué mala suerte, tu único hijo"! ¡"Malditos caballos que han traído la desgracia a tu casa"!
El anciano escuchaba sereno y tan sólo respondía una y otra vez:
Puede ser, puede ser...
Con el tiempo, el verano caluroso fue pasando y cuando se divisaban las primeras brisas del otoño, una fuerte tensión política con el país vecino estalló en un conflicto armado. La guerra había sido declarada en la nación y todos los jóvenes disponibles eran enrolados en aquella negra aventura.
Al poco de conocerse la noticia, se presentó en el poblado de Kariel un grupo de emisarios gubernamentales con la misión de alistar para la batalla a todos los jóvenes disponibles de la comarca. Al llegar a la casa de Long Ching y comprobar la lesión de su hijo, siguieron su camino y se olvidaron del muchacho que tenía todos los síntomas de tardar en recuperarse durante una larga temporada.
Los vecinos de Kariel sintieron una gran alegría cuando supieron de la permanencia en el poblado del joven hijo de Long Ching. Así que, de nuevo, uno a uno fueron visitando al anciano para expresar la gran suerte que de nuevo al anciano con su Ala tocaba.
¡"Gran ventura ha llegado a tu vida Long Ching"! le decían ¡"Bendita caída aquella que conserva la vida de tu hijo y lo mantiene a tu lado durante la incertidumbre y la angustia de la guerra"!
¡"Gran destino el tuyo que cuida de tu persona y de tu hacienda manteniendo al hijo en casa"! ¡"La buena suerte bendice tu morada"!.
El anciano mirando con una lucecilla traviesa en sus pupilas tan sólo contestaba:
Puede ser, puede ser...
Fin.
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¿Quién dijo que el Universo escribe recto con líneas torcidas?
¿Existe realmente algún acontecimiento "casual" en la vida?
Si para la Ciencia más vanguardista, los hechos han dejado de ser aislados y fortuitos porque todo el Universo conspira en cada instante a través de su "red de interrelaciones", ¿cabe pensar en
la casualidad? ¿no hay acaso una formidable Intención detrás de todo lo que sucede? Y tal Intención mayúscula, ¿no será acaso el Impulso Evolutivo que mueve el Universo desde el mismo Big Bang hacia su propia y trascendente autoconsciencia?
En realidad, el azar es el nombre que le damos a una ley todavía desconocida. Y sin duda, tal afirmación señala que todo está en todo y es a su vez causa de todo.
El hecho de aprender a leer entre líneas lo que cada hecho, por negativo que parezca, trae a la vida, y a su vez lograr intuir los cambios que con ello se avecinan, supone el Aprendizaje por excelencia.
Encontrado en: http://crista126.blogspot.com.es/
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