La pregunta que cambiará tu vida hoy mismo y te abrirá los ojos,
por Gregg Braden
Vivimos en una época en la historia de nuestra civilización, en la historia de este mundo sobre la que los expertos nos dirían que es una época diferente a cualquier otra en los 5000 años de historia humana.
Nunca nos hemos enfrentado a tantas crisis importantes que deben resolverse a corto plazo: desde el hundimiento del sistema económico mundial que ocurre ahora, a la forma que tratamos el cambio climático, a la desaparición de los recursos vitales que debe compartirse entre la gente; desde como resolvemos nuestros problemas en Oriente Medio y otros lugares del mundo sin utilizar la guerra, a las otras muchas crisis con las que nos enfrentamos ahora.
La manera que tenemos de resolver nuestros problemas cómo comunidades, como naciones realmente no es tan diferente.
Las hipótesis falsas de la ciencia nos han llevado a creer que estamos separados de nosotros mismos
Tendemos a resolver cada problema de nuestra vida por medio de la gente que decidimos qué describe nuestra relación con el mundo. Todos tenemos una manera de mirar al mundo, y cuando miramos a través de la lente de nuestra experiencia en el mundo establecemos como resolvemos nuestros problemas, por eso esto es importante.
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Si vives en el mundo moderno gran parte de esa lente proviene de la ciencia de los últimos 150 años. Los nuevos descubrimientos muestran ahora que la ciencia de los últimos 150 años es incorrecta en ciertos casos, que en algunos casos la ciencia se equivoca.
Si no podemos asimilar los descubrimientos nuevos en la forma en que pensamos, nos vemos a nosotros mismos y al mundo, ¿cómo podemos resolver los problemas que contemplamos hoy?
La gente me pregunta: «Gregg, el mundo cambia, ¿qué significa eso para nuestros trabajos, para nuestras profesiones, a la forma en que tratamos a nuestras familias?, ¿y dónde aplicamos nuestra pasión, cómo tratamos al nuevo mundo que surge?
Esta es mi respuesta para todos ellos:
Las hipótesis falsas de la ciencia nos han llevado a creer que estamos separados de nosotros mismos; que no tenemos poder sobre nuestros cuerpos; que estamos separados unos de otros y del mundo que nos rodea.
Que la civilización es lineal, ha sucedido una vez y que somos la cima, la civilización más compleja que haya existido jamás y que la competición violenta es la manera de resolver nuestros problemas. Esas falsas hipótesis son antiguas.
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Nuestros propios científicos nos dicen ahora que todas ellas son erróneas. La nueva ciencia nos muestra que estamos profundamente conectados con nuestros cuerpos, que estamos en conexión profunda unos con otros y con la tierra; que la civilización es cíclica y que si tenemos la sabiduría de reconocer los ciclos del pasado podremos aprender de ello y aplicar al mundo de hoy lo que nuestros antepasados aprendieron.
Esto podría ser lo más importante de todo. La mejor ciencia de nuestra época nos muestra que la naturaleza no se basa en la idea de Darwin de la supervivencia del más fuerte sino en lo que los biólogos denominan «cooperación y ayuda mutua».
La lucha competitiva ocurre, todos lo hemos visto pero sucede como respuesta a condiciones y circunstancias especiales, no es la regla de la naturaleza.
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Vale, por esto es importante; si podemos acoger los nuevos descubrimientos de la mejor ciencia de hoy que nos dice que estamos conectados con nosotros mismos, que estamos en conexión unos con otros y con la tierra, que vivimos en un mundo de cooperación … Eso cambia la forma en que nos han enseñado a pensar de nosotros mismos y en el mundo.
Así que cuando nos preguntamos, qué puedo hacer, qué puedo hacer con mi vida, cómo elijo un trabajo o una profesión …
El mundo está cambiando, lo que yo solía hacer ya no puedo hacerlo, y ¿ahora qué hago?. Estas son grandes preguntas.
Según la antigua forma de pensar nos haríamos esa pregunta que dice: ¿qué puedo sacar yo del mundo que existe?. Consciente o inconscientemente, eso forma parte de nuestra manera de pensar.
Los nuevos descubrimientos científicos nos dan ahora una razón para cambiar esa pregunta, y esa pregunta nueva es esta:
¿Qué puedo dar, qué puedo compartir, ¿con que puedo contribuir? ¿qué puedo ofrecer al mundo que surge?
Cómo respondamos a esta pregunta lo cambia todo
Cómo respondamos a esa pregunta abrirá la puerta a nuevas posibilidades que no están limitadas por el título académico que hayamos conseguido, ni por nuestros conocimientos, ni por el dinero que tengamos.
Eso abre la puerta a la posibilidad de ver a donde nos lleva nuestra pasión, porque ya no decimos,
¿Qué recompensa obtendré?
Sino que decimos, ¿Con qué puedo contribuir?
Y gracias a esa contribución, la vida nos recompensa. Eso ocurre una vez y otra.
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Quiero poner un ejemplo muy claro.
Yo vivo en el campo con mi esposa en una zona agrícola al norte de Nuevo México, en los E.E.U.U. El hundimiento económico de 2008 golpe o muy fuerte a todos en nuestra zona. Un amigo mío que es constructor me contó que 2008 fue el primer año el que no hubo licencias de construcción de casas nuevas, ninguna en absoluto en el norte de Nuevo México.
Me dijo, «y ahora, ¿qué voy a hacer? …»
«Soy constructor, trabajo con mis manos, construyó casas, buenas casas pero ahora la gente no las necesita». Así que se hizo a sí mismo la pregunta, «¿qué puedo compartir en el mundo que surge, qué necesita la gente?» Me dijo, «ya sabes que la gente no necesita casas ahora mismo porque ya las tienen».
La gente tiene que aprender a cultivar sus propios alimentos. La gente no aprendía, no sabían cultivar alimentos, los inviernos eran duros, los alimentos estaban caros …
Entonces me dijo: «Voy a juntar las habilidades que aprendí construyendo casas y voy a construir invernaderos. Toda clase de ellos, voy a hacer algunos más pequeños para que la gente pueda tenerlo en la encimera de sus cocinas.
Y haré algunos más grandes que uno mismo pueda montar y que pueda tener tantos como quiera. Voy a hacerlos de modo que la gente pueda usarlos los 12 meses del año ya que estarán cerrados para que no importe la temperatura que haga.»
Y esto es lo que hizo mi amigo construyendo invernaderos para ayudar a la gente y ahora tiene mayor éxito. Ni siquiera sé si volverá a construir casas porque ahora esto es su pasión.
Todo lo que hizo fue plantearse la pregunta:
¿Qué puedo compartir con el mundo?
¿como puedo respaldar con mi pasión y mis habilidades lo que el mundo necesita ahora?
Para hacerlo tuvo que abandonar la idea de lo que había hecho en el pasado, a la que se aferraba.
Es una invitación para todos nosotros, para que nos hagamos esta pregunta a diario, al menos una vez o más veces más: ¿Qué puedo aportar en esta situación, cómo puedo contribuir? Y no decir, ¿qué puede interesarme de ello?
Reforzar la idea de comunidad.
Tanto que sea de mi familia, mis vecinos o entre naciones. Una comunidad de apoyo, donde aprender a cooperar y ayudarse unos a otros a transcurrir por uno de los momentos más difíciles de la historia mundial
¿Cómo puedo servir, qué puedo aportar, cómo puedo contribuir en este mundo? Esa es la pregunta correcta que puede cambiar tu vida.
Tu puedes cambiar el mundo. Solamente has de hacerte la pregunta correcta.
FUENTE: https://triskelate.com/
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