viernes, 9 de octubre de 2020

No soy perfecta. ¡Gracias Señor!


No soy perfecta. ¡Gracias Señor!

Quise imaginar lo que sería mi vida, estando en este mundo, siendo un ser perfecto, sin tristezas, sin vacíos, sin necesidad de amar y sentirme amada, teniendo todo a la mano, para alcanzarlo sin el más mínimo esfuerzo, siendo poseedora de una imagen y figura perfecta ante los ojos de los demás; sintiendo el poder en mis manos... (eso es lo que anhelan y sueñan los seres humanos)... Y después de imaginar lo que sería mi vida así, el pensar en eso, no fue un sueño, sino una pesadilla de la cual, inmediatamente quise despertar... corrí al espejo a verme, y al contemplar mi imagen y redescubrir lo que soy, dije con voz de alivio: “No Soy perfecta, gracias Señor”...

No quiero ser perfecta, para la humanidad... busco la perfección que nos pone como meta Dios...

Si no me equivocara jamás, tal vez no podría entender los errores que también cometen los demás, viviría juzgandolos, y me quedaría sola, porque no encontraría a nadie que me pudiera igualar...

Si mi imagen y figura, fueran perfectas para la humanidad, nadie sabría quién realmente soy, me buscarían por mi apariencia, verían en mí solo lo material; tal vez me convertiría en esclava del cuerpo y de lo superficial, queriendo encontrar la fórmula de la eterna juventud, para no envejecer jamás, dependiendo de cremas y maquillajes, viviendo una vida superficial; en el espejo no vería más que mi figura, no sabría quién soy en realidad... prefiero ser pequeña, diferente, sintiéndome segura de lo que me ofrecen los demás, contemplando en el espejo, mi alma y luchando así por conservar la belleza espiritual, esa que no envejece y nunca ha de pasar..

Si no tuviera vacíos, no tendría necesidad de amar y sentirme amada, y sería una persona indiferente, que no se quisiera ni a sí misma, tal vez no tuviera corazón, sería algo así como un robot... No quiero pensar lo que es vivir sin amor; sin experimentar esa necesidad de ser amada y los enormes deseos de darme toda sin omisión.

Si tuviera todo lo que deseo en mis manos, si supiera lo que va a suceder, si las cosas las alcanzara sin esfuerzos, como si fuera un mago... no tendría que luchar, no sabría valorar lo que tengo, ni mucho menos compartirlo con los demás; la vida sería aburrida, se acabarían las aventuras de cada día, no sabría hacer nada especial... todo perdería su sentido, la rutina sería eterna, me perdería el gozo de experimentar que todo lo que tengo, por mí misma lo pude lograr. Prefiero sentir que lo poco que tengo, es fruto de mi trabajo, y es un don de Dios, así puedo valorar los esfuerzos de los demás, y es mucho más fácil vivir en comunidad...

No soy perfecta y le doy gracias a Dios, porque mi imperfección le da sentido a mi vida, me invita a luchar cada día por ser mejor...

No vivo para agradar a los demás, eso sería buscar la perfección material; yo vivo para luchar por aprender amar de verdad, ser capaz de dar la vida, no ponerle limite al amor, en ello está la perfección de Dios... Ella se puede alcanzar, si aprendo a asumir mi imperfección, si se caer y levantarme, si lucho cada día por dar de mí lo mejor; si me miro en el espejo y me siento bella para los ojos de Dios...

Me gusta sentir que tengo limitaciones que me invitan a vivir en constante superación; mi fragilidad me hace sentir que dependo de Dios, y no hay nada más grande y perfecto que saber experimentar el amor de nuestro Padre y Creador...

Hoy entiendo la tristeza, como purificación, es parte del proceso de crecer, y si se asume con paz, es liberación... en la vida hay que reír y llorar, eso es humanidad, es lo que nos hace sentir vivos, es lo que nos hace compartir el dolor y la alegría de los demás.

Soy imperfecta para el mundo, y le doy gracias a Dios... celebro mis diferencias, me gozo en mi pequeñez, porque desde abajo puedo ver más la grandeza del cielo, y siento aún más deseos de luchar por lo que quiero...

El reconocerme imperfecta, me hace valorar más en el otro su imperfección, entiendo la humanidad como un don de Dios, porque es grande el que cae y se levanta, el que falla y reconoce su error, el que da la vida queriendo agradar a Dios... Así sus obras son más grandes y tienen más valor, porque son fruto del esfuerzo y de la experiencia del amor de Dios... son obras que crecen y trascienden en el compartir y dar lo mejor de sí a toda la creación...

Creo que le he encontrado sentido a mi imperfección, es por ello que me acepto tal y como soy; no es conformismo, es paz interior... porque el conformista se estanca y yo cada día lucho por ser mejor ante los ojos de Dios...

No soy perfecta, pero lucho por mi perfección interior, porque quiero al morir, estar muy cerca de Dios; ofrecerle todos los frutos de mi imperfección, sentir que el mundo enteró me recordará, por las huellas que en los corazones quiero dejar, esas que surgen de mis sueños de superación, y de todo el amor, que desde mi pequeñez humana quiero dar... es ahí, cuando tal vez el mundo entenderá, que la perfección de Dios no está en las apariencias, sino en todo lo que con tu vida y entrega, puedas transformar para bien, en los demás... Gracias Dios, por mi imperfección... pon en mí el toque de tu perfección: “El Amor”...



Autora: Kary Rojas


Libro: Almas gigantes


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