Tuve que hacer una diligencia en determinada oficina; se me hizo esperar breves minutos, pero no fueron perdidos para mí, pues tuve a mi vista en el escritorio y en particular una sencilla maderita, que ostentaba la siguiente leyenda que quiero sea tema de nuestra reflexión de hoy: “Una sonrisa no empobrece al que la ofrece y en cambio enriquece al que la recibe”. Me puse a pensar: ¡Qué fácil es dar, cuándo se quiere!
No podemos dar dinero; pero todos podemos dar algo que incluso es mucho más valioso que el dinero.
Más aun, cuando damos dinero, siempre nos quedamos con algo menos de los que teníamos, por más que aumente en nosotros la bondad; pero es que cuando damos una sonrisa, no nos empobrecemos bajo ningún aspecto y sí enriquecemos a los demás.
Por último: no todos necesitan dinero, no todos esperan de nosotros dinero, pero no todos esperan de nosotros dinero; pero todos, absolutamente todos necesitan y esperan de nosotros una sonrisa, una palabra bondadosa, un acto comprensivo, una actitud benévola.
Pasa tu vida sembrando, sí, sembrando tantas semillas fecundas de verdad y de bien; sembrando sonrisas que alivien al que sufre, y todos sufrimos de una u otra forma.
Autor: Padre Alfonso Milagro
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