viernes, 6 de febrero de 2015

LA DEMOSTRACIÓN DE NUESTROS AFECTOS por Esteban Pérez


LA DEMOSTRACIÓN DE NUESTROS AFECTOS
por
Esteban Pérez


¿Por qué nos cuesta tanto decir "Te Amo", a quien amamos? ¿Por qué nos cuesta tanto decir "Te Quiero"? En definitiva... ¿Por qué nos cuesta tanto demostrar los afectos a quienes queremos?

Quizá la primera reflexión esta en nosotros mismos, en la actualidad contamos con numerosos estudios, realizados por psicólogos y sociólogos, donde demuestran que: “NADIE PUEDE DAR LO QUE NO TIENE”.

Quizá por eso debemos tenerlo en cuenta, meditar sobre ello y pensar. ¿No será qie igual no nos queremos a nosotros mismos lo suficiente y por eso nos cuesta tanto demostrar los afectos a los demás?

Muchas gracias, buen día, cómo está, qué tal, felicidades, son palabras que normalmente usamos para comenzar una conversación o simplemente para ser amables a nuestro paso.

Pero cuánto más rico sería nuestro andar, si a esas palabras agregáramos un gesto de afecto y verdadero interés por los demás, regalarles unos minutos de atención y delicada comprensión. Tratar por un instante de compartir con ese ser su experiencia en la vida, enriqueciéndonos mutuamente del contacto, experimentando el dar y recibir más a menudo.

Todos necesitamos de la demostración afectiva. Somos Seres permeables, dependemos constantemente de los demás. Como Seres gregarios, necesitamos la aprobación de nuestros actos, sentirnos queridos y parte del Mundo.

La idea no es pasarnos el día en esta actividad, a nadie le sobra el tiempo, pero sí aprovechar los momentos en que salimos a realizar un trámite, una tarea en la calle o en ámbitos donde trabajan otras personas y dedicar ese ratito a mirar viendo y no a caminar abstraídos del mundo, ajenos a todo, demostrando una actitud desinteresada, poco comprometida con las personas que nos rodean.

Empezando con cosas así de sencillas, nos daremos cuenta del grado de enajenación en el que normalmente estamos inmersos.

No esperemos llegar a los extremos, a que un sacudón nos devuelva el verdadero sentido de la vida, reflexionemos, paremos un poco y empecemos a vivir cada momento, cada experiencia que nos ofrece la existencia, para aprovechar el día sin sentir esa intranquilidad constante, fruto de no darle a cada cosa su lugar, como si la ansiedad fuera una sobredosis insoslayable, un vértigo deseado para escapar consciente o inconscientemente de nuestras metas espirituales.

Afrontemos las cosas con serenidad y hallaremos las respuestas de nuestros problemas en el sencillo intercambio con las personas, busquemos la pausa en la observación de un pájaro y su vuelo, en el disfrute de un cielo de atardecer, en la armonía de un árbol añoso, que nos enseña que la sabiduría de la templanza es lo que perdura, y que lo que cuenta no es la velocidad o la cantidad, sino la calidad de las experiencias. Esto es lo que hace crecer al espíritu en su camino evolutivo.

Es natural que creamos que a las personas que no corresponden nuestro afecto, no les interesa relacionarse con nosotros pero no siempre es así. Existen múltiples razones por las que las personas no se exteriorizan. Pero esto no dura mucho, si sabemos tocar la tecla adecuada.

Todos respondemos al afecto en sus variadas manifestaciones y al amor que es la llave de acceso a los sentimientos, a lo más oculto de nosotros. Sólo es cuestión de paciencia y comprensión. Las personas somos distintas y con experiencias de vida diferentes.

La propuesta es darnos el tiempo para vivir, amar y dar a los que nos rodean para ser más felices porque comenzaremos a vibrar, como seres espirituales de la Creación, en sintonía con las leyes que regulan el progreso universal.

Dentro de este contexto será más probable encontrar la serenidad y la intuición para resolver las verdaderas cuestiones que nos propone la existencia.

La vida de relación nos impone derechos y obligaciones creando un marco social de convivencia civilizada. Pero esta relación también implica intercambios constantes de energías positivas, de sentimientos y sensaciones interpersonales que no estén reglamentadas pero que contribuyen a crear el clima de convivencia.

Ser conscientes de esta realidad crea una red de solidaridad social que ayuda a los que lo necesitan y nos ayuda a nosotros mismos.

Esteban Pérez


Publicado por ESTEBAN PÉREZ en: http://lacienciadelespiritu.blogspot.com.es/

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