sábado, 27 de junio de 2015

YO LA VÍCTIMA. Cuando te sientes víctima.


YO LA VÍCTIMA. 
Cuando te sientes víctima.

Sobre esa voz de nuestro ego que es “Yo la víctima”, que nos convence de que somos víctimas. Aún después de haber sufrido una auténtica agresión ¿nos compensa escuchar y hacer caso a nuestro “Yo Víctima”?. A continuación el mensaje de los Registros Akhásicos sobre esta voz de nuestro ego.
“YO LA VÍCTIMA”

“Yo la víctima” te mantiene parado. Bloqueado. Es la excusa perfecta para no hacer nada, para no responsabilizarte de nada.

“Yo la víctima” tuvo su función cuando una fuerza mayor a ti te agredía y mediante ser la víctima llamabas la atención para que una fuerza aún mayor te protegiera o se uniera a ti. “Yo la víctima” pide atención, es el centro y llama la atención para ser protegido o ayudado. La ayuda viene del exterior, tú no puedes hacer nada. Las víctimas no pueden por sí mismas contra la fuerza agresora, despiertan la compasión y reciben la atención. De alguna forma, la víctima denuncia y pide justicia. 

La víctima también aprende que no es su culpa, no es su responsabilidad, y que aquello que resuelve el problema, reequilibra las fuerzas y/o pone a cada uno en su sitio es una fuerza externa. La víctima no suele sentir que tiene la culpa, tampoco la fuerza necesaria para por sí misma dejar de ser víctima. Por tanto, no hay posibilidad de acción. La víctima pide ayuda, se queja, clama. Si te sientes víctima de la vida, de tus circunstancias, de las decisiones de otros porque sientes que te perjudican y no puedes hacer nada, no harás mucha más que quejarte, denunciarlo y pedir ayuda. Si la solución es difícil no harás nada. Ante una situación complicada la víctima no hará nada, pues no está acostumbrado a utilizar sus fuerzas, ya que ¿si ha de perder para qué luchar?, la víctima ya ha perdido antes de comenzar, su estrategia es manipular las fuerzas o energías externas para ponerlas a su favor. 

La víctima te mantiene parado, quieto en tu vida, sentado en el sofá por miedo a moverte y fracasar. 

La víctima tiene miedo de ser agredida, de fracasar, todo va en contra, todo es muy difícil, entonces anticipa su resultado. ¿Para qué ni si quiera hacerlo si ya sé que es imposible? Anticipo mi papel de víctima, inconscientemente espero que alguien me oiga, aunque sea el mismo Dios, y me ayude o de la solución: “Soy la víctima” ¿lo ves?, estoy sufriendo, este es mi mérito, ¿ves como sufro?, soy el bueno de la película, pero ahora ayúdame, yo sólo no puedo. Y esperamos que algo externo -una persona, un poder, un Santo, un Dios externo-, nos solucione nuestra situación.

La víctima está instalada en el miedo y en la manipulación. Y como es una voz muy potente del ego, es totalmente egocéntrica, se cree el centro del Universo.
Hay personalidades que cuanto más víctimas se sienten, más méritos creen que están haciendo para alcanzar el cielo. La víctima siempre ha sido históricamente el inocente. Pero en cuanto voz del ego, en cuanto reacción inconsciente de nuestra personalidad,  el “yo víctima” nos llena de carencias y limitaciones. El “Yo víctima” niega al auténtico Dios que llevamos todos dentro. Niega tu propia esencia. Tiene la mirada puesta fuera, y puede ser la excusa perfecta para no hacer nada, ni conseguir nada en la vida. Nos quita la Responsabilidad. Esa responsabilidad nos puede dar miedo, tenemos miedo a fracasar. Cuando no tenemos éxito, o incluso antes de intentarlo, simplemente culpamos fuera y nos sentimos la víctima. Con esto, nuestro ego hace un intento de darnos la importancia, el respeto, el protagonismo que hemos perdido. Bueno, en realidad, el protagonismo nunca lo hemos perdido, la víctima es uno de los mayores actores de la escena, en un 99% de ocasiones la víctima es el protagonista. El que se siente víctima reclama el protagonismo, es absolutamente egocéntrico, es una gran contradicción en sí mismo: ganamos perdiendo. Es un engaño de nuestras mentes que no reconoce la responsabilidad, ni la fuerza que uno tiene. Cuando hemos fracasado muchas veces, cuando nos han agredido, podemos tener tendencia a sentirnos como “víctimas”, este acto reflejo se usa como escudo, como patrón aprendido y repetitivo que explicará y excusará todo el sufrimiento y el dolor, así como los fracasos e injusticias que hay en nuestras vidas.

Solemos sentir el fracaso como una agresión y por tanto nos sentimos víctimas ante ese fracaso porque no actuamos honestamente. Es decir, hacemos algo para conseguir algo, nos identificamos con ese éxito, estatus u objeto a conseguir, sino lo alcanzamos sufrimos, lo vivimos como una disminución de nuestro yo-ego , de nuestra identidad. Si no nos identificáramos con ello simplemente obtendríamos un resultado inesperado, diferente, pero no nos sentiríamos heridos y por tanto víctimas. En la mayoría de las ocasiones nuestra agenda oculta en nuestros actos es sentirnos queridos, reconocidos, valorados. Cuando esto no ocurre, podemos sentirnos “víctimas”, pero recuerda: la víctima te paraliza, el miedo a sentirte de nuevo una víctima te paraliza, el miedo al No te paraliza.

Aceptar tu “Yo víctima” es muy importante. Aceptarte y aceptar a la víctima. Amarte y amar a la víctima. Darle la atención que necesita es importante. Abraza a tu Yo víctima, hazle caso y suéltalo. Hazle saber que nada está en su contra. Desde el Yo víctima surgen y toman fuerza muchas creencias limitantes y erróneas, abrázalas y suéltalas. Es Amor lo que tu Yo Víctima necesita. Desde la víctima no encontrarás la fuerza, desde el Amor sí. El Amor no se puede forzar, no puedes llenarte de Amor primero. 

Ama a tu víctima y estarás siendo el Amor. Cada vez que amas a algo, a alguien, estás siendo el Amor. Toma conciencia. Ama todas las partes oscuras, pequeñas, negadas, incomprendidas o rechazadas de tu personalidad y de todos aquellos que aparezcan ante ti y estarás llenándote de Amor pues estarás Siendo el Amor. Deja que la fuerza del Amor te nutra y haga su trabajo. El dolor de la víctima es real, abrázalo, su vacío es cierto, su falta de fuerza también, pero todas las razones y culpas que te da la víctima y el “yo víctima” son falsos, sólo justifican su situación echando la mirada y la culpa fuera. Llénate de ti mismo y encontrarás la fuerza y el valor. Deja de mirar fuera y empieza a soñar con tu vida llena y plena de ti mismo, de tu Amor, tu Respeto, tu ilusión y tus actos. La Vida te acompaña en positivo cuando simplemente dejas de boicotearte y dejas de gritar, chillar o quejarte. 

El Amor lo encontrarás amando. La Fuerza la encontrarás dando fuerza. Empieza por amar y enviar fuerza a esas partes de ti que son tus Yo limitados, heridos, confundidos, egóticos. Y haz lo mismo con los demás, hazlo por ti y por ellos, pero no por recibir nada de ellos, el recibir está en el dar. Entiende esto: dar es recibir. Si lo estás dando, lo estás siendo. Si lo estás siendo, ya lo has recibido incluso antes de darlo. Es un acto totalmente egocéntrico. Dios es egocéntrico, pues todo es Dios. 

El Amor es egocéntrico pues donde hay Amor y Luz no puede haber nada más, no hay espacio para más, ante la Luz de la Verdad las sombras se disuelven. Realmente eres el centro de tu Vida. El Amor es el núcleo y el dar es su acción preferida.


Gracias, te quiero.


Esta entrada fue publicada por: coach.conciencia y guarda enlace permanente.

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