miércoles, 12 de junio de 2024

LA BONDAD DE TODO por Sivaya Subramuniyaswam


El alma irradia amor, es una criatura de Dios avanzando a través de su proceso evolutivo de crecimiento hacia la imagen y semejanza del Señor. Bondad y clemencia, compasión y afecto son la naturaleza intrínseca, inherente o interior del alma. Sabiduría y conocimiento puro, felicidad y alegría son la naturaleza intrínseca del alma.

¿Podemos creer que el alma no es otra cosa que bondad misma, pureza y todas las cualidades refinadas que se encuentran dentro de la superconciencia?

Cuando Dios está en todos lados, ¿cómo podría haber lugar para maldad? El alma es constantemente una con Dios en su siempre presente estadio Satchidananda en todo momento de su evolución.

¿Cómo es que entonces aparecen los conceptos de maldad y sufrimiento? Anava, karma y maya, los juguetes del alma, son la fuente de este aparente sufrimiento. Como los niños, jugamos con los juguetes de anava en el patio de maya, caemos y nos magullamos con el karma, luego corremos a nuestro amoroso Señor por consuelo y absolución en madurez espiritual.

Los Vedas enfáticamente proclaman, “Así como el sol, el ojo del mundo entero, no está ensuciado por las fallas externas de los ojos, así el alma interior de todas las cosas no se ensucia por las penas del mundo, que son externas a ella”.

La maldad es a menudo vista como una fuerza contra Dios. Pero el Hindú sabe que todas las fuerzas son fuerzas de Dios, aún la variabilidad de adharma. Esto es a veces difícil de comprender cuando vemos las penas y los problemas causados por el ser humano contra el ser humano.

Mirando en mayor profundidad, vemos que lo que es llamado maldad, tiene su propio propósito misterioso en la vida. Sí, cosas malas suceden. Sin embargo, los sabios nunca culpan a Dios, ya que ellos saben que estas son el retorno de los karmas auto creados por los seres humanos, experiencias difíciles pero necesarias para su evolución espiritual.

Cuando somos heridos o lastimados, comprendemos que nuestro sufrimiento no es sino la completitud de un karma que una vez iniciamos, del cual el que nos hiere no es sino un instrumento, y quien, cuando el ciclo de karma vuelva, será herido.

Aquellos que llevan a cabo acciones aparentemente malas, no están en contacto con la siempre presente conciencia de Dios de su alma inmortal.

Los Vedas acertadamente previenen, “Nacido y mandado por la corriente de cualidades, inestable, vacilante, desconectado, lleno de deseo, distraído, uno va al estado de auto-presunción. Pensando, ‘Esto soy yo’ y ‘Eso es mío’ uno se liga consigo mismo, como lo hace el pájaro a la trampa”.



Aum Namah Sivaya.


Sivaya Subramuniyaswami



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