La mayoría de las veces, el fracaso a la hora de amar y sentirnos amados en igual medida, nos llega por el simple hecho de esperar de vuelta lo que damos en igual o mayor medida. No nos damos cuenta cabal de que amar es simplemente eso... amar. Amar sin esperar y amar sin condicionamientos.
Ama de verdad el que lo da todo sin esperar nada a cambio y hace de lo recibido, poco o mucho, una fiesta.
Ama de verdad el que acepta lo amado como es sin desear cambiarlo ni moldearlo a su propio antojo y beneficio.
Ama de verdad el que sabe apreciar lo que le llega y lo bendice y se siente así mismo bendecido.
Cuando encontramos ese Ser que sentimos especial y cuya alma se amolda a la nuestra y vibra en la misma frecuencia, tendemos a abrazarlo con tanta ansia y fuerza, que lo que logramos es asfixiarlo. Nos dejamos arrastrar por nuestros egos, que nos hace ver cosas que no son reales, nos somete a su tiranía y nos empuja a herir el corazón amado sin darnos cuenta de que al destruirlo nos destruimos a nosotros mismos.
Pero también puede suceder que no sea el ego quien te arrastre, sino el miedo. El miedo a perder al ser que amas, el miedo a la soledad, a no sentirse amado, a la infelicidad. Es tanta la necesidad de los seres humanos por dar y recibir ese sentimiento, que llevados por el miedo a no lograrlo, lo único que conseguimos es que el amor huya de nuestro lado.
El miedo es tan malo o peor que el propio ego, ya que suele empujar a la persona que siente el temor de no ser amado, a ser anulado. El miedo a perder termina anulando la voluntad y cedemos y cedemos pensando que así demostramos a aquel otro ser al que amamos nuestro gran amor sin darnos cuenta que somos nosotros mismos los que entramos en una espiral de destrucción. En una especie de suicido tanto espiritual como humano.
Cuando esto sucede, cuando en el amor se da cualquiera de los dos supuestos, el del ego exacerbado que en todo ve un enemigo de su amor o el del miedo por creer que si no se cede a los deseos del otro no sera amado y respetado, se crea tal vacío en nuestro interior, que cuando queremos darnos cuenta de nuestro error, no encontramos una salida al infierno en el que nos hemos metido y nos sentimos tan heridos y perdidos que ya sólo podemos sentir una gran desolación.
En el amor no caben pues ni el egoísmo ni el miedo. Se puede ser diferente del Ser amado, de echo creo que esa diferencia es lo que conforma la complementación de las almas. Dos piezas del puzzle encajan la una en la otra, sin embargo, no son exactamente iguales y aún así, conforman una parte del todo, que en unión con el resto de piezas, crean la totalidad de la obra, la UNIDAD.
El amor no puede ser exclusivo, aunque tampoco se puede generalizar. Hay que aprender a diferenciar el amor individual, el que se da entre dos seres que se aman y el amor incondicional, que es aquel que se da entre los distintos individuos que conforman la totalidad. Ambos tipos de amor, encajan el uno en el otro sin detrimento de ninguno de ellos, sin anularse ni ser motivo de alarma. Los miembros de una pareja que se aman y complementan, pueden amar incondicionalmente a otros seres, sin que ese amor menoscabe el que sienten el uno por el otro. Siempre, claro esta, que esa relación de pareja y ese amor que se tienen, este basado en el respeto y la mutua confianza y que ni el ego ni el miedo tengan cabida entre los dos.
Es difícil amar sin caer en el ego y el miedo, tan humanos, tan de andar por casa y es muy difícil amar sin fijarnos en los errores de los demás, por mucho que digamos amarlos y olvidar en un instante todo lo bueno que nos han aportado. Por eso creo, que todos deberíamos pararnos a pensar en como amamos y nos amamos para no dañar a nadie ni permitirnos ser dañados. Así mismo, deberíamos aprender a reconocer nuestras culpas y errores y pedir perdón para poder ser perdonados y poder nosotros mismos perdonarnos, pues sin el perdón, las heridas por amor, no nos dejaran seguir avanzando en nuestros caminos y paralizaran nuestro crecimiento espiritual hasta que lo reconozcamos y aprendamos.
Carmen
(7 de enero del 2015)
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