El hombre se ha creado una máscara de seriedad. No es más que una protección para hacerse respetar. Las personas demasiado serias tienen miedo a ser descubiertas, a dejarse sorprender. Se han encerrado en sus caparazones.
Todos jugamos papeles para intentar afrontar las dificultades de la vida.
Incluso para demostrar nuestra evolución espiritual, mostramos una rigidez, una manera de ser, a veces, dura e inquisidora. El humor es aceptar que nosotros estamos jugando un papel, es saber reír de la estupidez de nuestras actitudes, de nuestras formas de pensar, de nosotros mismos.
Finalmente, nosotros somos los cómicos de la historia. Lo espiritual no puede estar separado de lo temporal. En esta alianza el humor ocupa un gran lugar. No todo es color de rosa en esta vida, nuestros avances corresponden a menudo a luchas y esfuerzos continuos. Entonces, ¿ por qué no conservar este placer de la risa, de la alegría y de la sonrisa justamente para cerrar las brechas de nuestra vida que proceden de viejas heridas, apenas cerradas, de nuestros sufrimientos?.
La vida es mucho más simple de lo que uno cree. El humor es liberador. Dios ama la alegría. El humor conlleva la alegría y la alegría conlleva el humor. El humor es la presencia de Cristo en nosotros que nos hace reír de nuestros disgustos, de nuestros extravíos.
Si el amor es una fuerza, la risa es otra. Cuando se sabe reír, cuando se relaja un ambiente, se pueden hacer pasar los mensajes, pero si se está demasiado serio no pasará nada. El humor permite aperturas de espíritu. Es una ventana del alma. Hay que saber cogerla.
La alegría pertenece a nuestra dimensión humana. El júbilo es una alegría permanente que no puede expresarse solamente con palabras. Se siente. Es un estado, una comunicación con El que nos ha creado. Cuando está ahí, nosotros sabemos superar nuestros propios miedos: el hacer el ridículo, el del juicio de los demás y entonces abolimos todo pensamiento negativo.
La fiesta en lo cotidiano, no es reírse de los demás, sino de situaciones que, al principio, nos parecen anacrónicas, en lugar de consumirnos o culpabilizarnos.
Dejemos de ser pequeños en nuestros espíritus.
Ampliemos nuestros pensamientos y nuestros corazones.
¡Riámonos del mismo modo de nuestras victorias como de nuestros fracasos!
Desconozco autor
*Reflexión*
Me encantan esos momentos en que me doy cuenta de la "ironía cósmica" que resulto al fingir que soy quien realmente no soy. Resuelves situaciones que en nuestra sociedad actual puedes ser considerado de "Loco" con capacidad para provocar la risa coletiva. Pero expresar ese humor cósmico es recordar a todos los presentes su lugar....tanto al señor serio como a ese "loco" que siempre rie. Esto supone una sabiduria profunda que procede de la inocencia sincera. Hay mucho humor y alegria en el camino espiritual.
Que la risa te acompañe siempre¡¡¡¡¡
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