EL GUERRERO ESPIRITUAL
2ª Parte
14.- EL GUERRERO ESPIRITUAL SE MIRA A SÍ MISMO SIN SUBTERFUGIOS.
Es doloroso ponerse al descubierto, examinar las propias mezquindades, miedos, actitudes egocéntricas, tendencias neurológicas. Abre su psiquis en canal ante sí mismo. Se desgarra ante la propia visión de su interioridad y ahí halla toda su fuerza para emerger hacia una dimensión de veracidad. Se encara a todos sus fantasmas internos. No alivia ni amortigua sus miedos. Los instrumentaliza. Pone fin a las componendas. No se refugia en su torre de marfil psicológica, sino que emerge rompiendo las corazas que lo aprisionan y ahogan. Mira su mente, sus surcos repetitivos de consciencia, sin infinitos hábitos auto protectores, su impresionante urdimbre de autoengaños sutilmente tejidos.
Reconoce su enrarecida atmósfera interna de miedos, resquemores, ansiedades, pretensiones falaces y egoísmos. Porque es un guerrero se enfrenta con sus deficiencias. No desfallece. No se conforma. Contempla la necesidad de cambiar y comenzar a modificarse. Esa es su contienda. Conquistar el mundo no es nada al lado de lo que representa la conquista de uno mismo. Recurre al poder de la mente y al corazón. Aprende a pensar y dejar de pensar; a amar y ser compasivo. Recurre a su intuición de buscador.
15.- EL GUERRERO ESPIRITUAL ALTERNA EN SÍ MISMO SENSIBILIDAD Y CORAJE.
Con sensibilidad vive todas las situaciones; con coraje supera las circunstancias adversas. Porque es un observador diligente, aprende de cualquier circunstancia. Porque no se permite mantener su mente embotada, sabe en todo momento cual es su meta y conque medios cuenta para caminar hacia ella. Porque mantiene muy viva la motivación de libertad interior, supera las fascinaciones de la vida cotidiana, acopia fuerzas y sigue caminando hacia la Realización.
16.- EL GUERRERO ESPIRITUAL TRATA DE MANTENER SU MENTE LIMPIA.
Nada de dogmas, ni de ideologías, ni de obsesiones. Todo ello le roba su brillo, su fuerza, su talante. Nada de prejuicios ni adoctrinamientos. Todo ello le roba su frescura, su destreza. Confía en la observación penetrativa, más allá de filtros y acumulaciones. Sabe que el mejor consejero es la misma armonía interior y la mejor lámpara la comprensión lúcida. Se apoya en la disciplina y el esfuerzo no coercitivo ni compulsivo.
17.- EL GUERRERO PONE LOS MEDIOS PARA GANAR UNA DIMENSIÓN DE CONSCIENCIA NO CONTAMINADA POR EL APEGO Y LA AVERSIÓN.
En esa dimensión de consciencia no hay angustia y por tanto uno se puede relacionar con la vida y con las otras criaturas desde la cordura que proporciona la serenidad interior. Desde esta dimensión de consciencia, que no se pierde en ensoñaciones ni obsesiones, es posible acoplarse a la situación tal cual es y sacarle toda su inspiración y enseñanza. Cuando se procede así, todo se torna un acto meditacional. Hay un mensaje a cada instante y sobreviene una nueva espontaneidad que nada tiene que ver con el instintivismo ni la mendicidad. Hay una refrescante adaptabilidad. Se adentra uno con destreza en el laberinto de lo fenoménico.
No hay aferramiento; no hay resentimiento. Las cosas se viven con frescura, sin desgarramiento interior. Se sufre, se goza, desde la ecuanimidad y confiando en la propia energía y calidad de ser humano. Se es a pesar de todos los condicionamientos; permanece uno conectado con su naturaleza real, a pesar de todas las circunstancias. Cada situación adquiere relevancia, más allá de la rutina y el aburrimiento.
18.- EL GUERRERO ESPIRITUAL VALORA MUCHO LA INTELIGENCIA PURA, NO LOS CONCEPTOS NI EL PENSAMIENTO ORDINARIO.
La inteligencia pura es el arte de ver con claridad, de comprender con lucidez, de penetrar los fenómenos tal cual son. Esa inteligencia da por resultado el verdadero amor, el comportamiento honesto, la óptima relación con nosotros mismos y con los demás. Esa inteligencia permite que aflore una disciplina espontánea y natural, una mansedumbre no fingida ni artificial, una fluidez contagiosa y saludable. Esa inteligencia es la visión cabal, aquella que penetra y esclarece.
El guerrero espiritual se ejercita en cualquier modo de meditación para estimularla. Esa inteligencia pone el descubierto la realidad tal cual es y permite desplazarse hacia lo incondicionado. Desmantela el ego, disuelve el apego, quema los falsos ropajes y disfraces. Con esa inteligencia, la mente no se cree sus propias proyecciones, no hay posibilidad de infatuación, se deja confiar para siempre en la agresividad o el afán de poder. Una inteligencia tal, purifica; hace la actitud amorosa, pone armonía y orden dentro de uno mismo.
19.- CUANDO EL GUERRERO SE SIENTE O SE SABE SOLO, SE CONECTA CON EL LINAJE DE LOS GUERREROS ESPIRITUALES, SE SIENTE UNO DENTRO DEL CIRCULO INTERNO DE LA HUMANIDAD, TOMA INSPIRACIÓN Y FORTALEZA DE AQUELLOS QUE SE DESPERTARON Y REALIZARON SU HEROICIDAD ESPIRITUAL.
Entonces el guerrero recobra su valentía, su intrepidez, hasta su osadía. Los retrocesos en la búsqueda sólo son aparentes. La consistencia es lo que cuenta.
Toda la energía que los otros consumen en la auto importancia, la obsesión, la competencia, el afán de aparentar y dominar, el apego y la aversión, toda esa energía el guerrero la reorienta hacia la evolución consciente.
Ese rico caudal de energía interior permite la conexión con la energía de todos los seres vivientes y así nunca se agota, sino que se renueva e intensifica. Ampliando la consciencia de todo lo que ésta a su alcance, el guerrero descubre la afabilidad, el sentido de una brizna de hierba, la plenitud de lo impersonal y no referencial, la lucidez de la vigilia atenta y ecuánime, la sensación de libertad de la apertura sin barreras, el sabor reconfortable de enfrentar los hechos como son, sin subterfugios; el placer que proporciona la capacidad de explorar todo lo fenoménico, sin dejarse contaminar, empañar o seducir por los fenómenos y sin perder la conexión con el ángulo de quietud y cordura.
Aún los acontecimientos más triviales le sirven al guerrero para retomar el hilo de la consciencia. Al vaciarse de todo se llena de su propia realidad existencial. Al no tener la compulsiva necesidad de demostrar nada, todo sucede por sí mismo. Controla y fluye. Es de todos y de nadie demasiado. Está sin estar. Desarrolla una visión plena, no fragmentada. Confiando en su intuición primordial no necesita blindajes psíquicos.
Muchas veces le asaltan los pensamientos neuróticos que forman las milenarias memorias de todo ser humano, pero aprende a manejarse con ellos. La meditación les capacita para no dejarse tomar y encarcelar por las imágenes mentales.
20.- BUENA PARTE DEL SUFRIMIENTO ESTA EN LA MENTE.
Así lo sabe el guerrero, y sabe que en la mente hay que resolverlo. De tanto mirar el pasado y el futuro, el ser humano no se dispone sagazmente para el presente. Habitando en la ofuscación e insatisfactoriedad de la mente, no puede haber comunión ni con uno mismo ni con los demás. El guerrero espiritual enfrenta su mente, se encara a lo conceptual, enfrenta la compulsividad del pensamiento reactivo, aplica la ecuanimidad a sus viejos impulsos, comprende que la mejor defensa es no alimentar neuróticas autodefensas, se entrena en dinamitar los fundamentos del ego: identificación con la forma, el nombre, la imagen idealizada y la autoestima, la infatuación, los condicionamientos y adoctrinamientos, las reacciones y hábitos mentales, y otros.
El guerrero aprende a estar en sí mismo, desde la serenidad. Si no aprendemos a estar con uno mismo, ¿dónde podremos ir que nos sintamos bien? El guerrero espiritual se desnuda psicológicamente para ir más allá del tardo de su psicología. Sabe que no hay proceso sin sufrimiento, pero no genera sufrimiento sobre el sufrimiento. No cede a las fantasías, construcciones y coleccionismos del ego. Sabe que para ser hay que no ser.
21.- LAS DIFICULTADES SON LA OPORTUNIDAD DE ORO PARA EL GUERRERO ESPIRITUAL.
Le estimulan a ser distinto, superar los temores, confiar en su energía para relacionarse sabiamente con la situación, apelar a su resistencia, paciencia y ecuanimidad. Las dificultades le entonan, le robustecen, le evitan que el ánimo se enmohezca, le brindan la oportunidad de poner a prueba si realmente está evolucionando.
22.- LA MENTE HACE CONFUSIÓN Y OFUSCACIÓN COMO LA HUMEDAD RECREA EL MUSGO.
Por eso el guerrero espiritual entra en su mente para en ella resolver la oscuridad y hacer la lucidez de la consciencia. Según la condición de la mente, lo que a unos ata a otros libera. La actitud de la mente es esencial. El guerrero la cuida como a una orquídea única e irrepetible. Meditar es resolver los problemas en la mente y descubrir toda la sutil estructura del ego para habitar más allá de sus reacciones y sus paranoias.
Es el ego el que persigue y huye. Es el ego el que se aferra a los logros y se frustra; se sacia y se aburre. Pero cuando el guerrero se sitúa más allá de su ego y aprende a estar, descubre la inmensidad sin orillas que todo lo penetra.
23.- EL GUERRERO ALIMENTA UN SENTIDO DE PROFUNDO RESPETO POR SI MISMO Y POR LOS DEMAS.
No hay verdadero amor sin respeto. Respetar es no dañar, no exigir, no obligar, no agredir ni siquiera en la forma más sutil. Respetar es no manipular, no ser ladino, no servirse de artimañas ni subterfugios para explotar material o psicológicamente a los otros.
Respeta una piedra, una flor, un riachuelo o una criatura sintiente. Su actitud de respeto exhala su fragancia incesantemente. Es por esa inquebrantable actitud de respeto que el guerrero jamás se muestra arrogante ni mezquino, ni se ampara en falaces remordimientos no culpabilizaciones. Porque se respeta, es responsable y no se lamenta sin sentido. Porque se respeta se compromete a modificarse y pone realmente los medios para la mutación interior. El guerrero que no se respeta está al margen del arte de la guerrería espiritual.
24.- EL GUERRERO ESPIRITUAL MEDITA EN LA MUERTE COMO INEVITABLE, IMPREVISTA, DEFINITIVA E IRREPARABLE, PORQUE ASI POTENCIA CADA SEGUNDO DE SU VIDA Y LO PONE AL SERVICIO DE LA BUSQUEDA.
No hay tiempo que perder. Inspirándose en el mensajero divino de la muerte el guerrero fortalece su propósito, pule su actitud, no busca consuelos inútiles ni se deja seducir por los fenómenos, no se pierde en banalidades, cultiva una conducta adecuada, no enreda con mezquindades, no cultiva emociones negativas, instrumentaliza todo para hallar el Conocimiento liberador, mejora sus relaciones, no pierde su tiempo en recuerdos o fantasías mecánicas, está siempre presto a la conquista de si mismo, se cree ante la adversidad, fomenta sin tregua la atención y estimula la consciencia. Sabe que cuando logre morir a sus condicionamientos y a su ego, incluso el miedo a la muerte habrá desaparecido.
25.- EL GUERRERO ESPIRITUAL DOMINA EL ARTE DEL MIRAR INAFECTADO.
Manteniéndose en la energía del observador, desidentificado, es libre. Esa libertad es su ganancia, es su logro, es su enjundia. En el mirar inafectado, en el atestiguar desidentificado, no hay conflicto, no hay tensión. Sólo hay la voluntad de ser. Esa energía del observador adquiere toda su potencia cuando la mente aprende a silenciarse.
Si cesa el charloteo de la mente y la atención se intensifica hasta su límite, el guerrero alcanza con su visión más allá de esas apariencias que a los otros detiene. En esa mente tan abismalmente silenciosa, tan inmensamente atenta, brota una energía transpersonal que acrecienta la consciencia y ensancha la comprensión. Lo inefable, lo incondicionado toma al guerrero.
El fuego interior se despliega y quema las impurezas de la mente, deflagrando los hábitos coagulados y permitiendo que surja una implosión de comprensión que proporciona un giro a la mente y una manera hasta entonces insospechada de ver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario