A los trabajadores de la luz; se nos pide que seamos emisarios del amor, se nos pide que vivamos desde el corazón, se nos pide que nos conectemos con TODO LO QUE ES en el Universo a través de un sólo Espíritu y una misma conciencia espiritual. Se nos pide que luchemos por un mundo nuevo y mejor, y que lo hagamos tomados de las manos, canalizando las energías más elevadas y anclándolas en la Tierra. La única dualidad que puede haber para nosotros es estar espiritualmente despiertos y tener que seguir viviendo en la ilusión de la 3D. Los principales valores que debemos integrar porque nos propulsan a la quinta dimensión son. Gracia, amor, comprensión, compasión, confianza, perdón, fe y gratitud.
En nuestras meditaciones con la luz de Dios; infundimos luz a nuestra conciencia y abrimos los pétalos del chakra del corazón para que se curen nuestras heridas, llevando la luz a los rincones obscuros del alma. Cada día hay que sentir la energía fresca del espíritu que remueve nuestra voluntad de vivir, y abre la posibilidad de ser felices de nuevo; porque sabemos que la felicidad es un estado de conciencia y que el alma es la puerta de nuestro ser divino, y que nuestro ser divino es la puerta con el Dios Uno.
El amor es la energía sanadora que abre las puertas de nuestro corazón para que no esté encarcelado ni encogido. Siempre hay alguna puerta que abrir para que la energía de nuestro corazón se expanda espiritualmente.
La Madre Kwan Yin nos ha dicho que el amor salva todos los abismos. Cada palabra debe ser cuidadosamente elegida para salvar esos abismos que separan los corazones.
Kwan Yin nos ha enseñado que es posible mantener la felicidad y la armonía, aún en las más difíciles circuntancias de vida en este planeta. Sólo si mantenemos sincronizados nuestros cuerpos inferiores podemos integrarnos con nuestros cuerpos superiores y lograr la armonía necesaria para trabajar en el Plan Divino y recibir la Justicia Divina.
El amor por uno mismo; la autocompasión es la piedra angular para el despertar espiritual. Para aprender a manejar nuestras energías, tratar con Dios, integrarnos y acceder a las vibraciones de la quinta dimensión, debemos purificar y refinar nuestra propia vibración, el amor por uno mismo es la energía que se requiere para lograrlo.
La energía y la percepción: Cuando centremos nuestra atención en el cerebro humano, observaremos que sus pensamientos son drásticamente coloreados por las emociones generadas en el área del corazón; esta área se encuentra a su vez dominada por el chakra cardíaco quien continuamente la está bombardeando de energía propia de su manifestación; es preciso entonces trabajar con esa energía que el chakra cardíaco envía continuamente hacia el corazón, esa energía es proveniente del cuerpo astral y es ahí en donde se van acumulando todas las experiencias que a lo largo de la vida una persona va pasando. Ahora bien, a su vez, la experiencia acumulada filtra la percepción que las personas tienen de las cosas por las que están pasando, y la filtra de tal forma, que el individuo observa únicamente cosas positivas o únicamente cosas negativas, el ser humano pierde la capacidad de discernimiento y la capacidad para ver las cosas imparcialmente tal como son; el ser humano las colorea, y en esa filtración, los hechos son percibidos como una confirmación de lo que sus creencias lo están obligando a ver. Podríamos decir entonces, que los mismos defectos del hombre se retroalimentan a sí mismos, gracias al papel que juegan dentro de la mente humana.
Para encontrar una respuesta inmediata a la pregunta de cómo es posible aplicar esto a las terapias, diremos que el ser humano debe desarrollar una nueva percepción de la vida y ésta únicamente será posible a través del trabajo continuo y consciente de la persona; la autoobservación y el autocontrol mental y conductual, son piezas claves dentro de toda terapia.
Sumergirse en el mundo del corazón es como penetrar en un intrincado laberinto de complejas sensaciones que tergiversan tanto lo que el hombre siente en realidad en su yo más interior, como las emociones que está percibiendo provenientes del mundo que le rodea.
Al corazón se le educa con las emociones. El corazón funciona como un órgano autónomo, que, independientemente de la voluntad del individuo, de su comprensión de las cosas que le ocurren, genera una serie de sentimientos de acuerdo a sus propios mecanismos de funcionamiento. Al corazón no se le puede pedir que razone, de la misma manera como no se le puede pedir que sienta al cerebro. Al corazón se le educa no con conceptos sino con emociones; un corazón que ha crecido en medio de los suaves efluvios del amor, aprenderá a emanar estas mismas emociones sin medida y sin descanso, pero un corazón forjado en la fría indiferencia no podrá hablar el lenguaje del cariño y de las caricias.
El corazón es como una delicada flor que cuando siente el invierno cierra sus pétalos y se refugia en lo más interno de su ser, pero cuando siente los tibios rayos solares encarnados en las suaves caricias del amor, abre su corola y deja escapar el perfume de los amores más sublimes que el ser humano puede emanar; y cada corazón tiene una historia diferente, cada corazón ha sido forjado bajo diferentes condiciones de vida, cada corazón, podríamos decir, es como una flor con diferente color y perfume. Decíamos en la sesión anterior que los pensamientos de los seres humanos colorean la percepción que tienen de todo lo que les rodea, déjenme agregar, que el corazón es uno de los órganos que más influye en el coloramiento de las percepciones externas.
Uno de los fundamentos de la familia; es entender que la madre tiene, como una de sus obligaciones principales, proveer al niño de ese lenguaje del amor a través de sus cuidados y sus caricias, mientras que el padre tiene la función primordial de formar la parte intelectual del niño; no quiero decir que sus obligaciones se limiten exclusivamente a estos aspectos, pero desde un punto de vista psicológico espiritual, cada uno de ellos está mejor capacitado para esas funciones, así el niño, en su proceso formativo, recibe un desarrollo equilibrado tanto en sus aspectos emotivos como intelectuales.
A medida que crecemos, la percepción del mundo empieza a ser cada vez más particular, más propia de nosotros, va siendo coloreada con nuestro propio aroma, con nuestra propia personalidad, y así, la felicidad se va escribiendo, tanto si es limitada como si es abundante, en nuestras vidas. La misma tarde puede ser hermosa para un corazón alegre y abierto, o puede ser deprimente y triste para un corazón carente de esa libertad. ¿Qué determina que una persona lo vea de una manera o de otra?, ¿qué es lo que lo condiciona? su pasado, su experiencia, su manera particular de ver al mundo.
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