Cuando comenzamos a meditar, solemos cometer un error bastante común en todos los que queremos iniciarnos en el camino de la meditación.
Este error es el de fijarnos una meta. Algunas personas deciden meditar pensando experimentar una agradable sensación de gozo o éxtasis, otros simplemente buscan combatir el estrés de sus vidas diarias y otros nos entregamos a la meditación como medio de hallar la iluminación.
Estas expectativas, lejos de ayudarnos nos entorpecen y lo mejor es abordar la práctica de la meditación desde una total ignorancia. La meditación es un camino sin final.
Un maestro zen llamado Dogen, describió la meditación como: "Simplemente sentarse" y eso es en realidad meditar. Meditar es quedar totalmente absorto en dicha práctica sin desear ni esperar alcanzar metas ni impacientarse o decepcionarse.
Cuando la mente se serena atraves de la meditación, nos comprendemos mucho más profundamente y comprendemos mejor nuestra verdadera naturaleza. Atraves de la meditación llegamos a saber leer los registros que se guardan en nuestro corazón y encontramos la clara divinidad que llevamos dentro y que conforma nuestra verdadera esencia.
Recuerdo que cuando comencé mis clases de de yoga Kundalini, mi verdadero problema empezaba a la hora de meditar. Sólo de pensar en la meditación y en la necesidad de entrar en ese espacio en blanco provocaba que mi mente se desbordara y se sumiera en un torbellino de pensamientos que me bombardeaban sin piedad y me desorientaban por completo.
Entonces, mi amiga y maestra de yoga, Sol, me dijo algo que me ayudó muchísimo a solucionar el problema de acallar mi mente. Sus palabras fueron sencillas y sabias dentro de esa misma sencillez. Me dijo que simplemente tratara de alinear esos pensamientos que me asaltaban como si fueran los vagones de un tren y que como un tren, los dejara partir y pasar de largo.
El alinear así los pensamientos dejándolos fluir, nos ayuda a comprendernos mejor y a ser más subjetivos con nosotros mismos y cuando al fin el tren termina de pasar y nuestra mente queda en calma esa profundidad de conocimiento, nos muestra nuestra verdadera naturaleza, calmando nuestras emociones.
Meditar es entrar en un estado de gracia. Es experimentar la verdadera Paz de la mente y el alma.
Podríamos decir que existen cuatro niveles de pensamientos diferentes:
- EL PRIMERO: sería el más bajo y estaría formado por los "pensamientos negativos". Aquí incluiremos los sentimientos como la ira, el miedo, la tristeza, el arrepentimiento y el desasosiego. Los pensamientos negativos nos hacen egoístas y perezosos.
- EL SEGUNDO: Serían los "pensamientos inútiles", que son aquellos que nos hacen perder el tiempo preocupándonos de cosas que quizás no sucedan o que están fuera de nuestro control.
- EL TERCERO: Son los "pensamientos necesarios", como: "No debo olvidar llamar por teléfono a mi madre enferma" o "debo recordar comprar tal o cual cosa que me es necesaria".
- EL CUARTO: Este es el nivel más elevado, el de los "pensamientos positivos", que son aquellos que fomentan la paz, la armonía, la creatividad, el amor y la felicidad.
A través de esta alineación conseguimos transmutar los pensamientos más bajos o negativos en los más elevados o positivos y esto es lo que nos ayuda a alcanzar la paz y a reconocer la verdadera esencia que se halla en nuestra alma.
La meditación no nos aleja del mundo, sino que nos ayuda a tener una percepción más clara de él.
Nos hace más sensibles y compasivos con los demás y con la naturaleza porque consigue desarrollar en nuestro interior un sentido de unidad e interdependencia hacia todas las cosas y nos hace ser más conscientes de lo que significa ser un humano.
Al conseguir que surja en nosotros ese sentimiento más profundo de consciencia de nuestro existir y la aceptación de nosotros mismos, por primera vez sentimos el profundo misterio y la preciosa naturaleza de la vida.
"El alma que medita
en el Yo es feliz sirviéndole
y se siente gozosa de habitar
en él; nada más necesita
alcanzar".
BHAGAVAD GITA
( 200 a. C. )
Una práctica regular y constante de la meditación nos puede aportar muchos beneficios físicos, tales como aliviar el insomnio, disminuir la presión arterial, mejorar la postura, incrementar la energía, aumentar la resistencia al dolor y mejorar la libido teniendo un mayor control sobre la misma. Pero quizás el mayor y más claro beneficio sea el de relajar y calmar profundamente el sistema nervioso.
A través de la meditación no sólo aprendemos a descubrir que sucede con nuestra mente, sino que también aprendemos a comprender que sucede con nuestro cuerpo. Tomamos consciencia de nuestra naturaleza humana, por ejemplo, examinando y experimentando de una forma plenamente consciente nuestra respiración y la cantidad de pequeños dolores que nos provocamos usualmente con nuestra forma de ser, para que primero de manera consciente y después de manera inconsciente, podamos contrarrestarlos a través de la práctica.
Por último, sólo me resta decir que la meditación no debemos limitarla a la practica momentánea y diaria de sentarnos en la posición del loto y dejar fluir nuestros pensamientos hasta hallar el estado de gracia donde el silencio nos habla de nosotros mismos. La meditación ha de llevarse a la práctica en cualquier momento y situación de nuestra vida diaria, no dejando que nada altere la paz y serenidad alcanzada.
Drisana ©
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