Cuando hablamos de nuestra misión de vida, nos referimos aquello por lo cual estamos en este mundo, esa meta o destino que Dios o el universo han asignado para cada uno de nosotros. Ese gran tesoro dentro de nuestro corazón qué nos motiva e inspira a convertirnos en mejores seres humanos, plenos y felices.
Encontrarnos a nosotros mismos es la parte más importante en nuestro propósito de vida, ya que de esa manera encontramos nuestro lugar en este mundo y por lo tanto, nuestra vida encuentra rumbo y sentido.
Cada uno de nosotros tenemos una misión importante en este mundo, cuando nos enfocamos y trabajamos en ella, nuestra vida toma rumbo, nos sentimos más saludables, contentos, logramos paz y armonía en nuestra vida.
Una de las formas para averiguar cuál es la contribución que hemos venido a hacer a la humanidad, es evaluar en nosotros mismos que es lo que realmente nos gusta hacer.
Todos tenemos habilidades especiales, dones, talentos, desde pequeños algunos logran potencializarlas, pero para otros, les es más complicado lograr detectarlas e identificarlas.
No importa la edad que tengas, ni la situación actual en la que te encuentres, cualquier momento es el indicado para conocer tu misión de vida y poder desarrollarla.
A lo mejor disfrutas escuchar a las personas, te gusta trasmitir a los demás tus conocimientos, trabajar con niños, ancianos, cantar, apoyar a los desvalidos, incursionar en la investigación, disfrutas cuidar las plantas, practicas algún deporte que te apasiona.
O tal vez, estudiaste para convertirte diseñador gráfico, abogado, doctor, psicólogo, o sencillamente eres un padre o madre de familia que disfruta el rol que desempeña dentro de su familia.
Tu misión de vida tiene que ver con lo que aquí y ahora tú eres y con lo que puedes potencializar a través de tus virtudes, es el camino que te dirige hacia tu verdadera realización intelectual, mental, espiritual.
Es cuestión de que tú quieras salir de tu zona de confort e ir más allá de lo convencional. La realización personal se manifiesta en nuestra vida cuando mantenemos una armonía entre lo personal, familiar, laboral, profesional y social.
Lo más importante es pasar de la inteligencia, a la sabiduría, aquella con la cuál puedes discernir lo que se te va presentando en tu día a día, buscando siempre lo positivo a lo que sucede, aceptando que todo está relacionado y qué se presenta para que puedas fortalecer tus emociones y sentimientos y enfrentar las situaciones de una forma más relajada, confiando en los procesos y etapas de la vida.
Todos estamos aquí para aprender, experimentar, compartir, transformar y amarnos, para luego transmitir lo que somos a los demás.
Cuando logras definir tu misión de vida contribuyes con las demás personas, no solamente eres mucho más pleno, dichoso y feliz, sino que en el proceso vas mejorando tu vida, vas creciendo, evolucionando de manera consciente y la transformación se nota.
Nuestra misión es el propósito o razón de ser en este mundo, aquello que al realizarlo con amor, pasión y entrega nos llena de alegría y felicidad.
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